Lo único que no sabe hacer esta madrileña es aburrirse; pinta, ilustra, toma fotografías, hace mentorías, tiene su propio podcast ‘Participantes para un delirio’, colabora con El País Semanal y aún le queda tiempo para recorrer la capital e inspirarse. Coco Dávez es tan vibrante y energética como el amarillo, un color con el que se vuelve a reconciliar con su llegada a Carabanchel, el barrio al que está encantada de llamar su nuevo hogar.
La artista, encargada de ilustrar el cartel del All Those Food Market de Madrid, también se encuentra escribiendo su primer libro. Mientras su ópera prima literaria se cocina, Valeria Palmeiro (su verdadero nombre), relata su relación de idas y venidas, amor y otros sentimientos que encuentra y ebullen en su ciudad natal.
1. ¿Cuándo le dan a uno el carnet de madrileño?
El carnet de madrileño se lo dan a uno en lo que entra a Madrid. Es una ciudad que te acoge desde el primer momento y que tiene hueco para todos.
2. ¿Qué es lo mejor de un gato? ¿Y lo peor?
Lo mejor es esa sensación que nos pasa a los que somos de Madrid que, cuando nos vamos, a pesar de nuestros más y nuestros menos con la ciudad, siempre tenemos unas ganas locas de volver. Es una cosa rara, seas gato o no, pero como que te vas de Madrid y ya la empiezas a echar de menos. Y siendo tu ciudad, es un sentimiento muy bonito. Sentir que quieres volver a casa.
Lo peor de un gato es esto también, esta relación con Madrid a veces pasa por esa fase de amor/odio, pero creo que se cura rápido. Hay que tomar un poquito de distancia, pero, ya te digo, que se cura echándola un poquito de menos.
3. ¿Dónde queda el ascensor para ir de Madrid al cielo?
Hay un lugar que me gusta mucho, que es la Pradera de San Isidro, donde los grandes pintores iban y pintaban ese skyline (horizonte) de Madrid, el originario digamos, por el que pasaba el río a los pies y se veía la gran ciudad allí, a lo alto y, curiosamente, también está el cementerio de San Isidro (risas), donde me parece que ahí hay un ascensor que ya está construido.
4. ¿Cuál es el último amanecer que ha visto o, en su defecto, el que no olvidará nunca?
Durante nueve años estuve trabajando en las Salesas y, desde los últimos años, vivo en Carabanchel, entonces, para ir a este barrio yo tenía que coger la moto, atravesar el río y meterme por el Paseo del Rey. En esa vía pasa una cosa muy bonita, o desde que tengo moto veo Madrid de otra manera, y son como aquellas grandes fotografías que a mí me da el retrovisor.
Hay un momento subiendo ese Paseo del Rey donde, por un lado queda detrás La Almudena, que la verdad no es una figura de Madrid que a mí me encante, pero que a esa hora de la mañana se ve como casi un dibujo. Luego, por esa misma vía, cuando está amaneciendo, se ven las cúpulas de Príncipe Pío que son como metalizadas… allí, con el sol, se hace un efecto un poco raro, casi mágico, en el que tú las ves a contraluz, pero a la vez brillan. Eso solo pasaba por la mañana.
No es exactamente el amanecer, pero sí es un momento en el que el día está comenzando, y a mí esa vista me parecía como mi alegría de ir al trabajo.
5. ¿Una alcoba en el centro, o un palacio en las afueras?
Debe ser que me hago mayor (risas) y prefiero esa sensación de casa de campo a las afueras. No soy mucho de palacios, pero cada vez más valoro la tranquilidad de las afueras, y teniendo moto en Madrid estás en 10 minutos en el centro.
6. Desmiéntame un tópico sobre Madrid o los madrileños.
Desmiento esta cosa de que pareciera que todos hablamos con el ‘eggggque’, y yo en mi vida he pronunciado así ninguna palabra (risas). Yo creo que eso hay que desmentirlo ya.
Y luego hay otra cosa con la que discuto mucho todos los veranos: cuando la gente llega a Madrid y yo les digo que soy madrileña, suelen decirme ‘Uy, qué raro. Yo nunca he conocido a un madrileño aquí, en Madrid no hay madrileños’. Pero cuando llega el verano, a cualquier punto que vayas de España está lleno de madrileños y todo el mundo se caga en nosotros (risas). En verano pareciera que nos hemos multiplicado por cien mil.
7. Ahora, confírmeme otro.
Los madrileños creo que es verdad que somos un poco pesados con nuestra ciudad. La tenemos siempre en un pedestal. Lo veo en artistas madrileños, o a esa gente que ya vemos más asociada a Madrid; que somos muy repetitivos con el escenario, porque realmente sí, nos gusta mucho esta ciudad. Eso se confirma.
8. ¿Cuál es el mejor momento del año para degustar Madrid?
Te diría que cualquiera. Lo bueno de Madrid es que tiene esta cosa que siempre es especial. Eso que dicen de que en verano Madrid se queda vacío, también tiene su encanto, y luego es una ciudad que también se asocia al bullicio. Creo que todas las temporadas tienen algo interesante en Madrid. Eso es lo bueno, siempre pasan cosas.
9. ¿En qué rincón de la ciudad se cita con la nostalgia?
Las Vistillas es un lugar que me conecta directamente con la nostalgia. Por un lado porque era el barrio de mi abuelo y en parte me he criado ahí. Por otro lado, es este Madrid de los Austrias que de alguna manera es como viajar al pasado. Concretamente esa zona del viaducto y de Las Vistillas.
10. ¿Quién es Madrid hecho carne?
Mi abuelo. Era la imagen del madrileño. Mi padre contaba que la gente lo paraba por la calle porque había salido en varios artículos donde se referían a él como un auténtico madrileño, que yo no sé muy bien qué es eso (risas) pero tenía esa pinta, y andaba con su capa de Seseña.
11. ¿De qué piezas consta su día diez en Madrid?
Para mí el día perfecto es mi día de rutina y es una suerte que sea así. Es empezarlo por la Pradera de San Isidro paseando a mi perro, que es una cosa que amo, venir al estudio y poco a poco empezar la mañana en Carabanchel, un barrio que ahora estoy descubriendo y en el que están pasando muchas cosas, que tiene esa efervescencia y te permite sentir que formas parte de ese cambio. Luego sería acabar el día yéndome al centro a pasear por librerías que me gustan mucho, como la de Antonio Machado, y acabar el día con amigos, tomando algo y yéndonos a cenar… de esos días que pensabas que te ibas a ir pronto a casa y acabas muerta de risa hasta las 2 de la mañana.
12. ¿Cuál es el himno no oficial de Madrid?
Si te casas en Madrid, un chotis de Olga Ramos.
13. ¿Qué vista de Madrid le hace olvidar el mar?
Hay ciertos puntos de Madrid en los que al fondo puedes ver la sierra, y es una vista que a mí me gusta mucho. Sé que no es el mar, pero que de alguna manera creo que me provoca lo mismo que la gente que nace en una ciudad costera y que necesita de ese horizonte ahí, como protegiéndolo.
Me pasa un poco esto. En los diferentes puntos de la ciudad desde los que tú ya ves la sierra te das cuenta de que estamos muy cerca del campo y que es una muralla natural que protege a esta ciudad.
14. ¿Callos o sushi? Y, ya que estamos, ¿Lucio o DiverXo?
Uy, a ver (risas). A mí me encanta el sabor de los callos… me chifla, pero la textura me da un poquito de cosa, entonces he aprendido a hacer callos vegetarianos y he sustituido el cerdo por setas y tiene el mismo sabor, entonces te diría que elijo mis callos (risas). Y Lucio, sin duda.
15. ¿Cuál es su rasgo más inequívoco de madrileñismo?
Todas las ciudades tienen su espíritu, y en el caso de Madrid creo que tiene esa cosa un poco vacilona, que está abierta a la diversión sin ser el amigo divertido. Hay algo en el tono de la ciudad que me hace reír, y yo creo que cuando estoy en confianza esas características me salen al instante.
Si alguien de Madrid usa ese tono contigo, te está diciendo que está a gusto con tu compañía, en confianza, y es una forma de bromear y de querer.
16. ¿A quién le alfombraría de claveles la Gran Vía?
Creo que esto no lo hago yo, sino que lo hace la propia ciudad. Madrid es una ciudad de paso, en el centro del país, y que acoge, aunque no quiera. Es una cosa muy metafórica, pero la propia ciudad ya tiene esto. Madrid tiene esa esencia de que da la bienvenida. Es una esencia muy madrileña ponerle esta alfombra de claveles a cualquiera que llega.
A mí algo que me gusta mucho cuando la gente viene a Madrid es que siempre dicen que se sienten acogidos desde el primer momento y que es una ciudad que abraza, y a mí me enorgullece que la gente se sienta así en la ciudad en la que vivo y en la que he nacido.
Los que hemos nacido y los que hemos vivido en Madrid sentimos que esto es como una herencia que hay que preservar, dar la bienvenida a cualquiera que llegue. Así que le alfombraría de claveles la Gran Vía a todo aquel que quiera venir.
17. ¿Hay vida más allá de la M-30?
Me he criado más allá de la M-30. Sin embargo, cuando me mudé al centro pensé que nunca volvería a ese lado del río y que me quedaría siempre en el bullicio. Cuando una es pequeña ansía mucho vivir cerca de todo, pero ahora que he vuelto al otro lado del río, en Carabanchel, te confirmo que claro que hay vida, y más que nunca.
18. ¿Cuál es el secreto mejor guardado de su Madrid?
Creo que hay sitios que son muy obvios y que, por obvios, son desconocidos. Por ejemplo, hay plazas y parques muy céntricos que la gente obvia y es curioso que le puedes preguntar a muchos madrileños si han ido alguna vez al Campo del Moro y nunca lo han hecho. También pasa con iglesias y sitios icónicos en los que los madrileños no hemos entrado.
Es más, conozco a muchas personas de aquí que nunca han ido al Museo del Prado, ni a el Reina Sofía, que son lugares donde tenemos muchos secretos guardados. Parece que está todo descubierto y que nos conocemos todo, pero yo misma he ido conociendo mi ciudad con 35 años.
19. ¿Y su último descubrimiento en la capital?
A lo mejor esto es un poco tétrico (risas), pero desde niña me gustan mucho los cementerios y me parecía que todos los que estaban fuera eran mucho más bonitos que los de España. Cuando viví en Londres, los de allí me parecían lugares increíbles y pensaba ‘qué gusto morir aquí’ porque realmente eran lugares que me parecían acogedores, me calmaban y me gustaba pasear por ellos y sentarme en un banco.
Sin embargo, hace poco entré al cementerio de San Isidro, que no lo conocía, y no me imaginaba que fuera tan bonito. Pero lo curioso es que recorriéndolo un poco me di cuenta que a menos de 2 kilómetros a la redonda tenemos tres o cuatro cementerios en Carabanchel. Son lugares que me dan calma y me gusta tenerlos cerca.
20. ¿Qué vez se dejó el corazón en Madrid, como Chavela?
Cuando me fui a vivir a Londres en el 2010. Recuerdo esa despedida de Madrid en la que pasé tres días visitando mis sitios y azoteas favoritas para despedirme de la ciudad. Ese año disfruté mucho de Londres, pero una parte de mí estaba en Madrid.
21. Lugar de Madrid en que ha sido más feliz
En el 2019, que fue un año muy duro y a la vez muy bonito para mí, me mudé a una casa en la que, por primera vez, vivía sola con tranquilidad y fue como una ‘casa regalo’, como un templo… fue mi casa de soltera y de vivir yo con Madrid, con nadie más. Esa casa, que estaba en la calle La Palma, la recuerdo con gran felicidad, con una azotea donde veía mis edificios favoritos y era un sueño.
«El Madrid de» es una indagación, en forma de cuestionario, sobre la relación personal de vecinos o visitantes de Madrid con la ciudad. Y, quien dice la ciudad, dice del Xanadú al pico de Peñalara: que Madrid, ya lo sabemos, no es tanto un callejero como un estado mental.