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doce uvas

El origen de las doce uvas en la puerta del Sol

Por primera vez en la historia, en la noche de este 31 de diciembre, no habrá nadie en la Puerta del Sol despidiendo el año con doce uvas, ya que la Comunidad de Madrid ha prohibido las celebraciones y festejos durante las campanadas en plazas o vías públicas de toda la ciudad.

Sin embargo, ¿de dónde viene esta tradición tan arraigada de tomar las 12 uvas y despedir el año en el epicentro de la capital?

Si bien es cierto que en el año 1909 los agricultores de Murcia tuvieron un excedente de uva que potenció que a partir de entonces la mayor parte de hogares españoles tomasen uvas en Nochevieja, la tradición madrileña se remonta a casi cincuenta años atrás.

En 1866, eran muy pocos los españoles que podían permitirse tener un reloj, por lo que las campanadas servían a toda una sociedad que no tenía acceso inmediato a una información tan básica como saber la hora que era. Las opciones eran escasas: o se miraba la posición del sol o se escuchaban las campanadas. Fue ese año, en 1866, cuando se instaló el Reloj de la torre de la Puerta del Sol: un cambio que revolucionó la vida cotidiana de los madrileños.

Una protesta que terminó en tradición

doce uvas
Nochevieja de 1971

De todas formas, no fue hasta 1892 cuando, el entonces alcalde de Madrid, José Abascal, decidió dictar un bando en el que anunciaba que todo aquel que se excediera la víspera de los Reyes Magos, provocando ruidos y escándalos, sería objeto de una multa de cinco pesetas. Y, si bien en un principio esto no tenía relación con la toma de uvas en la Puerta del Sol, finalmente esta imposición terminaría asentando la tradición.

Resulta que esta nueva norma del alcalde ofendió a la gente de clase baja, ya que, si bien ellos no podían ‘provocar ruidos’, la aristocracia sí que podía celebrar las fiestas navideñas en sus mansiones, a base de ricos manjares.

Por lo que, como forma de protesta, la masa obrera decidió acudir el 5 de enero de ese año a la Puerta del Sol a armar todo el ruido posible, y así, poco a poco, lo que comenzó como una forma de reivindicación, se acabó convirtiendo en toda una tradición a la que incluso años más tarde se terminarían uniendo los miembros de las clases sociales privilegiadas.

Además, un par de años más tarde, en 1909, los agricultores de Murcia tuvieron un excedente de uva, por lo que tuvieron una idea: decirle al pueblo llano que comiera en Nochevieja doce uvas, bien regadas de champán, tal y como lo hacían los ricos burgueses de la época. De esta manera, los murcianos consiguieron vender todo su excedente y, a la vez, instauraron una tradición que ya no se interrumpió jamás.

Redacción

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