Galdós

Madrid a través de las novelas de Benito Pérez Galdós

Es el año de Benito Pérez Galdós. Y, a pesar de la inesperada revolución causada por el coronavirus —pandemia que, seguramente, hubiera servido como hilo conductor al escritor para retratar las vidas e inquietudes de los madrileños de nuestro tiempo—, en 2020 se conmemora el centésimo aniversario de su muerte.

Retrato de Benito Pérez Galdós en su juventud
Benito Pérez Galdós, 1863

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, Galdós se trasladó a Madrid en 1862, con tan solo 19 años. La ciudad le influyó enormemente y llegó a convertirse en un personaje más de sus libros. En 1869 —año de publicación de su primera novela, ‘La Fontana de Oro’— vivía con su familia en el barrio de Salamanca, en la calle Serrano número 8. Por aquel entonces, formaba parte de la redacción de Las Cortes y, en su tiempo libre, devoraba las novelas de Balzac.

El autor canario escribió un gran número de novelas —enmarcadas en diferentes ciclos—, así como artículos periodísticos, cuentos y obras de teatro. En este artículo, Madrid 365 repasa cuatro de sus obras —‘Fortunata y Jacinta’, ‘Misericordia’, ‘Tormento’ y ‘Miau’—, enmarcadas en el ciclo de ‘Novelas españolas contemporáneas’, donde Galdós describió a la perfección el Madrid de finales de S. XIX, inmortalizando la sociedad y los rincones más característicos de la capital.

Dos mujeres, una ciudad

‘Fortunata y Jacinta’ es una de las obras más populares y representativas del realismo literario español y de la novela del S. XIX. Contextualizada en el Madrid de la segunda mitad del siglo, la novela relata las vidas cruzadas de dos mujeres de muy distinta posición social, involuntariamente unidas por sus pasiones e igualmente condenadas por su destino.

La plaza de Pontejos tiene un gran protagonismo en la historia. Es el lugar donde se encuentra la residencia de los Santa Cruz, y donde más tarde residirá Jacinta.»Los de Santa Cruz vivían en su casa propia de la calle de Pontejos, dando frente a la plazuela del mismo nombre», explica el escritor en la novela.

Plaza de PontejosPlaza de Pontejos

Otro de los enclaves fundamentales del libro es la Cava de San Miguel, sitio donde se ubica la vivienda de Plácido Estupiñá y escenario testigo del primer encuentro entre Fortunata y Juanito Santa Cruz. En el comienzo y el final de la novela, Fortunata habita en el mismo edificio y, desde él, se describe una limitada vista a la Plaza Mayor.

Cava San Miguel, ubicación vivienda de Placido Estupiñá personaje de novela de GaldósCava de San Miguel

Además, entre otras muchas localizaciones, destaca la iglesia de San Ginés, como lugar de culto donde Guillermina Pacheco y Plácido Estupiñá asisten a misa.

Los bajos fondos de la capital

Si bien en ‘Fortunata y Jacinta’ Galdós contraponía dos clases sociales, representadas en dos figuras femeninas, y las conectaba gracias a sus pasiones, en ‘Misericordia’, el autor empuja al lector hasta los bajos fondos de la capital.

En la novela, a través de las andanzas de la piadosa Benina —criada y mendiga—, se critica el orgullo e importancia de aparentar de la burguesía madrileña en decadencia. Con Benina, se cruzan un gran número de personajes, no demasiado ilustres —pordioseros, tullidos y menesterosos—, pero no por ello menos realistas y representativos de su tiempo.

Parroquia San Sebastian escenario de la novela Misericordia de Benito Pérez GaldósParroquia de San Sebastián

A lo largo de la historia, el escritor ubica a los protagonistas en enclaves muy reconocibles de la capital, ubicados en zonas populares del sur de la ciudad, como la Ronda de Toledo, la calle del Mesón de Paredes o la parroquia de San Sebastián, descrita por Galdós como preámbulo al descubrimiento del Madrid menos agraciado de la época. «Dos caras, como algunas personas, tiene la parroquia de San Sebastián… mejor será decir la iglesia… dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas», escribió el autor sobre ella.

Ecos de sociedad

Enmarcada en el periodo posterior al destronamiento de la reina Isabel II, se encuentra ‘Tormento’. Esta historia narra, con un tono bastante humorístico, las desventuras de un esperpéntico trío formado por una joven huérfana, Tormento, importunada por la pasiones sacrílegas de Pedro Polo Cortés, un sacerdote sin vocación, y salvada por un pícaro redimido, llamado Agustín Caballero.

Calle Conde ArandaCalle Conde de Aranda

En la historia cobran un gran protagonismo los rumores, la envidia y la maldad propia de la sociedad clasista de la época.

Y, entre otros lugares, se nombra a la desaparecida plaza de Navalón —ubicada en uno de los extremos de la calle de los Trujillos— y la Plaza de toros de la Puerta de Alcalá, donde actualmente se encuentran las calles Claudio Coello y Conde de Aranda, ubicadas en el barrio de Salamanca. «La soledad me causa espanto, y cuando oigo hablar de las familias que se han ido a vivir a ese barrio, a esa Sacramental que está haciendo el marqués de Salamanca más allá de la Plaza de Toros, me dan escalofríos. ¡Jesús qué miedo!…», comenta uno de los personajes de la novela.

Burocracia para gatos

Tras la restauración de la monarquía borbónica, dos hombres del entorno de la Administración del Estado experimentan el éxito y el fracaso: esta es la premisa de la novela ‘Miau’.

Fragmento del manuscrito de Miau de Benito Pérez GaldósFragmento del manuscrito de ‘Miau’

Con motivo del descenso a los infiernos del funcionario Ramón Villamil, despedido antes de disfrutar de su jubilación y sin recursos económicos, las mujeres de la casa —apodadas las Miau debido a su aspecto gatuno—, y el narcisista Víctor Cadalso, Galdós elabora una sátira del Madrid burocrático de la época, poniendo en relieve el poder de las influencias y los manejos de oficina del funcionariado.

Viaducto SegoviaViaducto de Segovia

Para cumplir con los encargos de su abuelo, Ramón Villamil, y entregar la correspondencia de este, Luisito Cadalso recorre lugares icónicos como la calle Carretas, la calle de las Huertas o la Carrera de San Jerónimo. El texto también hace referencia —al igual que ocurre en ‘Misericordia’— al viaducto de Segovia, como lugar propicio para poner fin a la desesperación humana: «Dios tenga piedad de nosotros, pues si este amigo nos desampara iremos todos a tirarnos por el viaducto».

Son muchos los personajes e historias inmortalizados por Galdós en las páginas de sus novelas. Y, ojalá, sean también muchos quienes este año se aventuren a leer el magnífico legado que el escritor dejó a la ciudad y den así, una vez más, vida a sus relatos. Quizá ese sea el mejor de los homenajes posibles para conmemorar el centésimo aniversario de su muerte.