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¿Se puede resumir una vida en 90 minutos? Carles Sans presenta ‘¡Por fin solo!’

Noventa minutos no dan para resumir la trayectoria de Tricicle, uno de los grupos de cómicos más famosos del país y del que Carles Sans ha formado parte durante sus 40 años de historia.

Sin embargo, todo tiene su fin, y así lo tuvo Tricicle también: en 2020, el grupo decidió darse un descanso ‘indefinido’.

Tras 40 años haciendo reír a la gente en silencio, Carles Sans finalmente alza la voz con ‘¡Por fin solo!’ (entradas aquí), su primer espectáculo en solitario en el que revela las situaciones más peculiares vividas por el famoso trío. 

Confesiones tan sorprendentes como que, antes de convencer a sus amigos para formar el grupo, intentó ‘robarles’ sus novias, o cómo consiguió superar su última colonoscopia mientras la doctora le hablaba de Tricicle. Durante la obra, que se presenta en el Teatro Reina Victoria del 6 de septiembre al 15 de octubre, Sans también hace memoria para recordar la primera vez que sus padres le vieron actuar en un café teatro de Barcelona, de cómo les chuparon la oreja cuando estuvieron actuando en Japón y del memorable ridículo que hizo en un avión cuando tenía pánico a volar.

Quizás noventa minutos no son suficientes para resumir una vida, pero sí lo son para hacerle un merecido homenaje.

Tu nuevo proyecto se llama ‘Por fin solo’, ¿tenías ganas de estar solo?

La verdad es que no. He estado muy a gusto trabajando durante 40 años con mis colegas. Pero en el momento en el que decidimos poner fin a la bonita historia de Tricicle pensé que quizás era hora de hacer algo solo.

Me sentí como el típico padre de familia que, junto con su mujer, cría a sus hijos y los saca adelante. Y, de repente, llega el día en que sus hijos se van de casa y el hombre se sienta en el sofá y dice… «mmm, por fin solo».

Una vida entera resumida en una obra de 90 minutos, ¿se puede?

En realidad son fragmentos de una vida: son fragmentos vividos en forma de anécdota. Como decía Josep Pla: «De la historia, lo que más nos interesa a los seres humanos son las anécdotas». Sobre todo si conocemos a quien la cuenta y si, como es en mi caso, encima son anécdotas divertidas, insólitas, inverosímiles, muy locas y reales.

Cuarenta años dan para mucho pero tampoco he querido darle el puntito de batallita al espectáculo. No son batallitas lo que cuento. Además, lo importante no es tanto lo que cuento si no cómo lo cuento. Y ahí es donde el público reconocerá la esencia de Tricicle.

¿Sientes que hay algo que os haya faltado hacer como grupo?

Siempre sientes que te faltan cosas por hacer. Nos hubiera gustado hacer más cine, algo de ópera, más series… Sí, siempre te quedan ganas de hacer más cosas. Pero, en el mundo del teatro, que es fundamentalmente donde nosotros nos desarrollamos, ahí tuvimos nuestro espacio y creo que terminamos muy satisfechos.

¿Qué tiene de bueno -y de malo- pasar de compartir escenario con otras dos personas a ahora hacerlo solo?

Lo bueno que tiene es que compartes todo: momentos, alegrías, tristezas… y en los procesos creativos somos muchos para dar ideas, por lo que cuando uno está menos creativo hay otro que suma más. Cosa que cuando estás tu solo, o estás creativo o no lo estás.

Pero también tiene de malo que a veces tienes que discutir mucho tus ideas, pues a veces no gustan o los demás no creen que son tan buenas como tu crees y entonces te toca defenderlas y se convierte en un tira y afloja complicado.

¿Qué tiene de malo compartir escenario? Que la pela también hay que repartirla. (Risas)

Tras 40 años haciendo reír solo con gestos, ahora decides hablar también, ¿por qué este cambio?

Yo tenía ganas de hacer algo con texto desde hace tiempo pero pensé que eso no iba a darse nunca porque yo me imaginaba que iba a estar con Tricicle hasta el final.

Cuando al fin me embarqué en esta aventura, obviamente al principio me dio un poco de respeto tener que trabajar solo en un escenario durante una hora y media: tener que defender un texto, memorizarlo… vaya, todas esas cosas que no había tenido que hacer antes. Pero, ahora, que ya hemos comprobado el éxito que está teniendo la obra y veo cómo la gente se ríe, lo estoy disfrutando como nunca.

¿Qué comentarios has recibido por parte de Paco y Joan sobre este nuevo proyecto? ¿Lo han llegado a ver?

Claro, ellos vinieron al estreno. Les gustó muchísimo, pues al final son anécdotas de las que ellos también son partícipes. Aunque en el espectáculo también incluyo otras anécdotas mías personales de las que ellos no tienen nada que ver.

Carles Sans, Joan Gràcia y Paco Mir.

En este nuevo monólogo cuentas algunas de las anécdotas profesionales y personales que has vivido a lo largo de tu carrera, ¿alguna que nos puedas desvelar en primicia?

En una ocasión, muy al principio, cuando comenzábamos, nos contrataron en Zaragoza para unas fiestas y el que tenía que traernos el vestuario se lo olvidó en casa.

A pocos minutos de salir al escenario nos dimos cuenta de que estábamos sin vestuario y tuvimos que improvisar… justo uno de nosotros llevaba pantalones vaqueros así que dijimos de ir los tres iguales. Justo un amigo que nos acompañaba y nuestro representante llevaban vaqueros también, así que se los quitaron para que nos los pusiéramos nosotros. Los dos se pasaron toda la función esperándonos en calzoncillos en el camerino. A día de hoy seguimos acordándonos y nos reímos… quizás no tanto por la anécdota en sí sino por la forma en la que la contamos. Ahí reside la gracia.

Por último, a los nostálgicos de Tricicle no hay que convencerles para que vayan a ver tu espectáculo, pero, ¿qué tiene este show para ese otro tipo de público – quizás más joven – que no te conoce?

Yo solo puedo asegurar que, aunque no hayan visto nunca a Tricicle, se van a divertir igual. Se divertirán mucho con los personajes, con la gestualidad y con las situaciones que cuento… pues algunas son más políticamente correctas, pero otras no tanto jajaja.

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