¿Te imaginas abrir la nevera y no encontrar ni aguacates, ni mangos, ni kiwis, ni plátanos? Hoy sería impensable que esos productos no estuvieran presentes en nuestros mercados, compartiendo protagonismo con alimentos tan nuestros como el tomate o la patata. Sin embargo, no siempre fue así. La globalización del consumo de frutas y hortalizas ha sido posible gracias a avances tecnológicos que garantizan su conservación durante largos trayectos.
Para lograr esa variedad de productos en nuestra nevera, la empresa española Greenkeeper Iberia ha jugado un papel clave. Fundada en 2012, esta compañía se especializa en alargar la vida útil de frutas y verduras durante su transporte a través de distintos productos que absorben gases como el etileno, responsable de acelerar la maduración.
Con presencia en más de 50 países y filiales en Colombia y Chile, la empresa asegura que exporta el 85% de su producción, especialmente a Latinoamérica y Asia. Su éxito se basa, además, en cumplir con rigurosos estándares de seguridad alimentaria y trazabilidad, un sello distintivo que garantiza que sus soluciones no alteran de ningún modo las propiedades de los productos que protegen.
Jacobo Vidal Luzuriaga, consejero delegado de esta compañía, explica a Madrid 365 cómo han logrado cambiar el proceso de exportación, importación y distribución de frutas y hortalizas en distintas regiones sin poner en riesgo la calidad de los alimentos que se sirven en nuestras mesas: “en torno a un trillón de piezas de fruta al año están protegidas con un sobre de Greenkeeper, eso significa que estamos llegando a muchísimas casas con alimentos que han sido protegidos con nuestro producto”.
Combatir el etileno con una medida precisa
Como la receta de una abuela, el secreto para mantener los alimentos conservados de forma correcta durante su traslado está en encontrar la medida precisa de su granulado según el tipo de fruta o verdura. “Tenemos productos que emiten mucho etileno y que, realmente, necesitamos poner más carga de producto, más gramos, y hay otras frutas que, realmente, son muy sensibles al etileno, pero que no emiten mucho etileno, con lo cual ahí la dosificación puede ser menor” relata Vidal.
El etileno, arma de doble filo que colabora con la maduración de las frutas y verduras, es uno de los principales gases que combate la tecnología de Greenkeeper. Con distintos granulados compuestos por permanganato potásico y presentados en distintos formatos, se logra absorber estos gases contaminantes rondando en el aire donde se encuentran los alimentos, creando una atmósfera más limpia que ralentiza la maduración. Un filtro diseñado para alargar la vida útil sin perturbar de ninguna forma las características de los productos sembrados y cosechados.
El tiempo de tránsito también es un factor clave en la cantidad y tipo de solución que ofrece Greenkeeper con su granulado, especialmente en envíos que pueden tardar hasta seis semanas en llegar a destino. Sin embargo, la seguridad está garantizada. Tal y como explica el gerente comercial de la empresa, “lo importante es que este producto nunca va a crear una sobredosis; podemos poner mucho, incluso pasarnos, y lo único que ocurrirá es que habrá un aire más limpio”.
Ahora bien, no se trata solo de añadir más producto sin medida: también entra en juego la rentabilidad del productor. Por eso es fundamental ajustar la dosificación según el tipo de fruta u hortaliza, optimizando tanto la protección como el coste. Greenkeeper no solo ofrece una solución accesible, sino que también evita pérdidas económicas por deterioro durante el transporte, reduciendo reclamaciones y mejorando la percepción del producto en destino. En definitiva, no solo ayuda a mantener la calidad, sino que abre la puerta a nuevos mercados, incluso más lejanos, para quienes apuestan por exportar con seguridad y confianza.
Distintos formatos, dosificación adecuada y misma calidad
Las frutas y hortalizas, aunque diversas en sabor, color y presentación, también lo son en cuanto a sus condiciones y características. Una de ellas es su sensibilidad frente al etileno, o su tendencia a producir este gas. Si a esto le sumamos que los tiempos de envío varían según el país productor, la llegada de estos alimentos puede prolongarse aún más. Pero eso solo ha representado una oportunidad para esta pyme madrileña.
Máquinas frigoríficas con filtros de aire, sobres individuales, mantas de sachets y filtros instalados en los vehículos de transporte son algunos de los formatos con los que Greenkeeper acompaña y protege las frutas y verduras durante su conservación y distribución.
¿El próximo sueño que podría volverse realidad? Stickers atractivos y con bajo perfil para acompañar a productos tan delicados y atractivos como lo son las fresas hasta nuestros propios frigoríficos. Soluciones seguras, estéticas y que prolongan la maduración de las frutas y verduras y que no comprometen la seguridad alimentaria.
Contra el desperdicio alimentario y los estigmas
“Nosotros, al prolongar la vida útil del alimento, directamente disminuimos esa merma, porque, de alguna manera, el producto puede aguantar más tiempo y la cantidad de producto que se llega a estropear en casa del consumidor final disminuye también” asegura Vidal sobre el desperdicio alimentario, uno de los beneficios que trae a los productores y distribuidores al implementar el uso de algunos sus productos durante el transporte de frutas y verduras.
El banano, por ejemplo, es uno de los frutos con los que más experiencia cuentan en su distribución. Cosechado verde y comercializado en tonos amarillos, puede pasar varias semanas en tránsito desde Centroamérica o las Islas Filipinas. Y la consecuencia de que podamos recibir un producto natural y de calidad para ser consumido en el momento que llega a nuestros mercados tienen origen en la aplicación de las soluciones desarrolladas por esta compañía.
Pero no solo se trata de logística o de tecnología. También entran en juego aspectos culturales profundamente arraigados. En algunos países, ciertos criterios tradicionales sobre cómo debe lucir una fruta determinaban qué productos se exportaban y cuáles no. Sin embargo, esto también está empezando a cambiar. Tal es el caso de Filipinas, un mercado que Vidal reconoce como un caso de éxito.
“Filipinas es un caso curioso porque de no venderles prácticamente nada, se pasó en dos o tres años a venderles 1.000.000 de sobres” asegura con orgullo y consciente de que no es un aumento alcanzado al azar. Vidal relata que las grandes transnacionales se fijan en que, al momento de la cosecha, la planta del banano debe tener entre seis y siete hojas. De lo contrario, se considera que el fruto era de menor calidad.
“Hasta que los productores filipinos se dieron cuenta de que en su mercado asiático, con plantas que incluso llegaban a tres o cuatro hojas, ese banano que antes se quedaba en el mercado local, lo empezaron a exportar con nuestro sobre, y vieron que llegaba bien” comenta. Así, no solo triplicaron sus beneficios y, por ende, los de Greenkeeper, sino que generó un alza importante en el mercado local y un alcance de los productos a mayor distancia, sumándose a la conocida globalización que hoy nos abraza.
Respaldo financiero y una carta de presentación para el resto del mundo
Además, en Greenkeeper se sabe que el camino es más fácil con aliados como el BBVA, con una relación que data desde los inicios de la empresa. La compra de maquinaria, la expansión de su fábrica y el aumento de ventas de sus productos se ha gestionado con mucho más alivio con el apoyo de este banco. Vidal reconoce que “tener al lado a entidades como BBVA nos facilita la vida, porque sí es cierto que tenemos un crecimiento bastante rápido porque este mercado lo está demandando, el tema de concienciarse en el tema de calidad cada vez es mayor, y eso hace que cada tres años nuestras ventas se estén duplicando”.
Por otro lado, el empresario comenta que, tras tantos años participando en la financiación de sus inversiones, facturas, anticipaciones y concesión de créditos, hay un alto nivel de confianza entre ambas empresas y sus trabajadores, con una relación muy fluida. Incluso, en su caso específico, asegura que contar con ellos es una buena carta de presentación para su internacionalización, ya que la entidad bancaria tiene presencia en muchos de los países con los que ellos tienen relación con productores y distribuidores o en los que tienen sede.
¿Y el futuro?
Sin dejar a un lado a las frutas y las hortalizas, Greenkeeper no solo ha desarrollado tecnologías que permitan la absorción de etileno, sino también a ser una empresa dedicada al embalaje activo, que implica que también ofrecen productos que absorben oxígenos de ciertos alimentos para evitar ranciedad en ellos, absorbedores de humedad para el café y el cacao, entre otros proyectos desarrollados.
Pero, ¿y el futuro? Con la investigación y el desarrollo como acompañantes de viaje imprescindibles, Greenkeeper planea desarrollar el resto de divisiones para consolidarse como una empresa de embalaje activo y de protección de atmósferas donde estén los alimentos y otros productos de manera internacional tales como carnes o pescados.
Lo que empezó en una oficina en Madrid y un almacén de 400 m² en la localidad de Villacañas con Vidal, junto a sus socios Diego Salazar Londoño y Ramón Geli Pons, hoy ha alcanzado 54 países con una tecnología que ha protegido muchas de las frutas y verduras que encontramos en nuestra propia nevera.
Sin embargo, nada es al azar: visitas in situ a los productores, la escucha activa de sus preocupaciones, el laborioso control de calidad de su granulado en contacto con los alimentos, la exhaustiva dedicación de sus investigadores e increíble trazabilidad de sus sobres les ha permitido, curiosamente, cosechar su mayor éxito: la conservación natural de frutas y verduras locales con soluciones globales aplicables a todos los mercados.