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niños sin extremidades

El Hospital Niño Jesús ayuda a que niños sin extremidades aprendan a usar sus prótesis

Este lunes se celebra el Día Internacional de Personas con Extremidades Diferentes, una jornada en la que se pretende visibilizar a aquellos que en su nacimiento les falta parcial o totalmente una extremidad.

En esta línea, desde el pasado mes de septiembre, el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid imparte un taller dirigido para niños que nacieron sin las extremidades superiores o con malformaciones en ellas. En estas clases, formadas por cerca de 20 niños de diferentes edades, aprenden a realizar tareas diarias con sus prótesis mioeléctricas; como cortar verduras, cocinar o mantener el equilibrio.

«Los niños tenían problemas para integrar las prótesis en su día a día»

Según el jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica del Hospital Niños Jesús, Ángel Palazón, estos talleres surgieron al ver en consulta que «los niños sin extremidades tenían problemas para integrar las prótesis en la vida diaria».

En este sentido, Palazón hace hincapié en la importancia de que los niños aprendan cuanto antes a usar sus prótesis, sobre todo en edades tempranas. «Los niños son máquinas de aprender, en cuanto los pones juntos hacen equipo. El verse que no son únicos y que otros niños también tienen estos pequeños defectos, les hace sentirse más integrados entre ellos y socialmente. Lo viven con una alegría increíble, se lo toman con naturalidad absoluta«, señala

Por su parte, el creador del taller y responsable de Mano Pediátrica del hospital, Jesús Martínez-Álvarez, explica que «hace años los niños que usaban prótesis las dejaban de utilizar y las metían en un cajón». «Nos dimos cuenta de que esto ocurría porque no existía un entrenamiento: es como si te regalan un teléfono móvil y solo te enseñan a llamar, habría muchas cosas que no sabrías hacer».

«El objetivo es humanizar la medicina. Nosotros les damos una herramienta y les permitimos que la utilicen fuera del hospital, para que puedan asearse, atarse los cordones, cocinar, comer y realizar una vida tan normal como el resto de personas que tenemos dos brazos y diez dedos», confiesa Martínez-Álvarez.

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