Logotipo 365 Smart Cities
Luis de Arco

Jorge de Arco: «Es complejo decir que eres escritor porque normalmente la pregunta que viene después es: ¿y qué más?»

Jorge de Arco, poeta y crítico literario. Premio Nacional José Zorrilla, nos cuenta cómo se enteró y lo vivió. La importancia del poeta en estos días y de las redes sociales.

Jorge de Arco, sensible, amable, cercano, humilde, son algunas de las palabras para definir a quién hoy nos acerca al mundo de la poesía en la Azotea de Madrid365.

¿Son estos tiempos duros para los profesionales de la literatura?

Bueno, la literatura siempre hay que considerarla desde el plano de la difusión, distribución y demás. Nunca es sencillo porque la cantidad de personas que nos dedicamos a ello va en aumento. Entonces, desde ese punto de vista es complejo, porque lógicamente la difusión ha variado, la redes nos han ayudado mucho mientras que el papel va quedando más obsoleto.

Creo que en tiempos complejos como estos que hemos vivido y seguimos todavía viviendo la literatura es un marco maravilloso para reinventarse. Yo creo que además eso sirve de catarsis, de desahogo, para encontrar un refugio y un cobijo en el que el yo, que es el yo que cuenta, que experimenta, que narra o que realmente relata su experiencia. Son tiempos en los que la literatura te consigue reinventar y refundar de ti mismo.

Hablando de redes sociales como canal donde desarrollarse, ¿crees que estamos ante un renacer de la poesía, una nueva manera de concebir?

Yo creo que sí, sobre todo en la amplitud que tiene a la hora de abarcar un sinfín de voces. Creo que antes la limitación del papel hacía que tu presencia poética, el conjunto en general literario fuera menor, porque lógicamente hay que tener una serie de circunstancias favorables: una editorial, un distribuidor, una serie de ventas… Y, las redes sociales son algo bueno, pero tengo la sensación de que se ha perdido en buena manera un filtro. Pero no quiero decir con esto que no sea positivo el hecho de que haya un mayor número de estética, de tendencias, de voces que antes desconocíamos, porque ahora tienes acceso lo mismo a un poeta australiano que a un poeta chino o a uno hispanoamericano, cosa que antes era mucho más compleja porque tenía que llegar a través del papel o a través de traducciones, etc.

Ahora es más fácil pero, igual que se ha perdido un poco el filtro, también se ha perdido la crítica. La crítica literaria establece una serie de parámetros que ahora los blogs también ejercen, con toda la mejor voluntad dan cabida a todo tipo de opiniones, por todo tipo de personas, sean expertos, sean personas cultivadas y personas con capacidad de tener una identidad crítica sobre un texto o no.

Y en esta misma línea, ¿crees que la figura del poeta está bien valorada en España? El poeta contemporáneo, aquel que cuenta sus historias a través de la poesía… ¿Crees que en esta sociedad nos hemos quedado un poco en los mitos antiguos, y eso hace que no se valoren las nuevas voces?

No, yo creo que la valoración es buena en el conjunto. Hay también una venda a toda esta cuestión que tiene que ver con ser un hombre de letras que también está en cuál es tu profesión. A mí cuando me preguntan es complejo decir que eres poeta o es complejo decir que eres escritor porque normalmente la pregunta que viene después es: ¿y qué más?

Pero no porque no sea digno, sino porque da la sensación de que económicamente no es sustentable ni es salvable. Pero bueno, sí que creo que hay un concepto positivo en el hecho de que seas una persona que se dedica a la literatura o a la poesía en concreto. La poesía es minoritaria y siempre, a mi entender, lo será; porque la capacidad que hay de que tenga un público y una recepción
muy alta no suele ser habitual y eso se demuestra fácilmente: si vamos en el autobús o en el metro, a un café o a un lugar, encontrar una persona que está leyendo poesía es muy complejo.

Pero es muy bonito ser poeta. Hay que reconocer que también hay una tendencia positiva y amable hacia el mundo de la poesía. En este sentido, la poesía tiene enigmas, misterios y otras cuestiones sagradas que están un poco más alejadas de cuestiones que sean propiamente una moda, o gustarte o llamarte la atención.

Premio Nacional José Zorrilla. Cuéntanos cómo fue ese momento, ¿cuándo te informan de ese premio, cómo lo recibes?

Pues realmente fue un premio muy bonito. Primero porque quien me llamó fue Luis María Anson que, al fin y al cabo, como periodista y como hombre de letras y académico, es siempre una inmensa alegría que sea él quien te dé la noticia. Y, luego, porque también era un premio que surgía en su primera convocatoria en Valladolid, una tierra de letras y de escritores muy importantes.

Además, Zorrilla fue un hombre muy singular, que hizo mucho por las letras, que perdió, que luchó enormemente y que, al ser la primera convocatoria, lo que pretendía el premio era dar una dimensión distinta a su imagen. Y, sobre todo, porque la persona que patrocina el premio y quién realmente lo creó, Enrique Cortejo, ha sido un hombre que también ha luchado mucho por las letras y por el teatro y lo sigue haciendo. Fue una satisfacción enorme por esas razones.

Una pregunta un poco difícil, porque es como escoger entre los hijos, pero…  ¿de todas tus obras, de cuál te sientes más orgulloso y de cuál menos?

Bueno, a mi entender, creo que la mejor siempre es la última. Yo he entendido la poesía como un proceso de superación, aparte de empíricamente vital, en el que consigues identificarte con lo que has vivido y con tus experiencias de mejor forma para contarlo, porque con los años no solamente son lecturas lo que acumulas, sino experiencias vitales y de todo tipo, al menos en mi caso. Aunque hay otra gente que tiene también esa capacidad de ficcionar mucho más.

Y, creo que del que estoy menos orgulloso es de mi primer libro. No soy como Juan Ramón, que no se va buscando por las librerías para acabar con él y secuestra la edición de los que había por ahí. Pero creo que el primero, porque al fin y al cabo no tienes que nacer sabiendo. Pero es cierto que hay una serie de cuestiones que cuanto vuelcas en papel, lo que tu primera manera de enfrentarte a la poesía creo que ahí hay una parte muy inocente, inocente, ingenua. Hay cuestiones que no están trabajadas precisamente por ser esa primera vez.

¿Qué es mejor: reescribir eternamente, por así decirlo, o saber poner freno (aunque con perspectiva creas que lo podrías haber hecho mejor) y quedarte siempre con esa primera versión?

Yo me quedo siempre con la primera versión. En el año 2017 publiqué una antología de los 8 libros que había publicado hasta entonces, y tuve la tentación de reeditarlos pero no lo hice. Es decir, si se publicaron así hace 25 años, por algo sería. Y creo que también eso ayuda. No sólo te ayuda a ti, sino ayuda a quien te lea a constatar una evolución. Y ojalá que a mejor.

Se nota que escribes con mucha alma, con sentimiento y con gozo y que lo transmites mucho. ¿Cómo consigues eso? ¿Cómo trabajas para llegar a ese punto?

Bueno, creo que lo primero que hay que hacer es dejar pasar el tiempo. Todo lo que conlleva una emoción o un sentimiento, creo que lo primero que tienes que hacer es conseguir que se asiente. La poesía yo la entiendo como esa parte en la que se sugiere, no en la que se evidencia.

Y creo que en ese gozo también va una cierta parte de mí, que es vivir la vida con mucho optimismo. Soy una persona positiva y optimista que escribe tanto en los momentos malos como en los momentos buenos.

Luis Alberto de Cuenca define las dos primeras partes de Fiebres y Desiertos como amor incendiario, ¿qué es para ti el amor incendiario?

El amor incendiario es realmente el que no se cuenta de una forma que no sea poética. Si tú no dejas una parte de misterio, de enigma, si no envuelves al lector en lo que es una atmósfera en la que se pueda sentir cómplice de ti, es muy difícil que cualquier forma de amor incendiario sea realmente factible. Entonces creo que lo primero que tienes que hacer es contarlo, pero desde la perspectiva en la que alguien pueda sentir que ese amor también es suyo.

En cierta manera, si echas la vista atrás, es imposible pensar que tú puedas contar algo del amor que no se haya contado ya. La única ventaja y la única opción que te queda es contarlo con la mirada que tienes, desde dentro. Porque tus ojos son los que miran únicamente como miras tú.

Si tuvieras que elegir un amor: ¿de película, de novela o de poesía? 

Creo que me quedaría con el de poesía. Es el que más real me resulta. El amor de película y el amor de novela muchas veces me han parecido más ficticios. El de poesía es el que entiendo y el que he sido capaz de contar cuando ha sido amor o desamor.

¿Cómo afrontas ese miedo, tan conocido entre periodistas, escritores y artistas, a la hoja en blanco?

Antes era muy peliculero eso de sacar el folio de la máquina de escribir y tirarlo a la papelera. Ahora ya no hay máquinas de escribir, pero creo que se resuelve con disciplina. Es decir, es muy difícil creer en la inspiración. Creo mucho en que la inspiración llega trabajando.

Hay momentos, por supuesto, en los que estás mucho más creativo o más activo, más lúcido, con más ganas de contar también, porque lo que quieres contar es nuevo, no lo has contado antes. Pero la disciplina es realmente importante. La poesía es verdad que la dejas venir un poquito, pero solo un poquito, porque si la dejaras venir hasta que el poema surgiera así como muy de película fluido y rápido, no sería poesía.

Y por último, ¿qué es lo mejor de escribir para ti?

Bueno, yo creo que lo mejor es la recepción de las personas a las que llegas. Por ejemplo, en los institutos y colegios a los que he ido y han leído cosas mías, lo mejor es saber que lo han leído y que les ha gustado. Saber que hay un eco de tu trabajo en sus lectores.

También está el otro lado del espejo: que te digan que no les ha gustado o que el libro no tenga éxito, pero eso también construye y también ayuda a uno mismo. Hay que ser consciente de eso, pues ser escritor es muy bonito pero nadie te dice que vaya a salir bien.

Es como en el afán de ser futbolista, querer jugar para el Real Madrid o el Barcelona. O querer ser periodista y querer trabajar en un medio con mucho eco y trascendencia. Para ir al Bernabéu a retransmitir, quizá tendrás que haber estado antes en el campo del Moscardó. Hay que tener eso presente. Pues hay gente que se rinde muy pronto y gente que piensa que el éxito está muy manipulado, que los premios están dados. Así que lo primero que tienes que tener es devoción, después creer en lo que haces y, por último, ser paciente y muy constante. Ah, y ser humilde. Sin humildad, muy lejos no vas a llegar.

Última hora