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Morat volvió a enamorar al WiZink Center una noche de domingo

Una batería se carga sobre el escenario, se escuchan gritos de emoción. Piel de gallina; está al 75%. Cuatro minutos viendo como esa batería se va cargando. Una tela blanca cubre desde el suelo del escenario hasta los focos, hasta que la batería llega al 100%. Se ven siluetas y sombras y aparecen ellos: Morat. Comienza la función y, tras alguna nota, se cae el telón.

Son cuatro artistas que han luchado por hacer realidad su sueño -vivir de la música- haciendo disfrutar a los demás. ¡Y vaya si lo consiguen! Prueba de ello fue lo que se vivió este domingo 11 de septiembre en el Palacio de los Deportes de Madrid, en pleno corazón del Barrio de Salamanca.

España ha recibido por la puerta grande la gira ‘Morat World Tour’, ya que a los diez minutos de salir las entradas colgaron el Sold out y el lleno fue para quitarse el sombrero ante estos cuatro colombianos.

Sold out en el Palacio de los Deportes

Bonito gesto el engaño del chico del sombrero, Juan Pablo Isaza, que con la excusa de tener un momento de debilidad a la hora de hablar del amigo en común en una ruptura, se quedó con el público. Mientras todos veían su sombrero, tras volver de darle un trago a un vino necesario, apareció en un escenario más pequeño para sorprender junto a Inés Manzano de una sinergia de voces espectacular. Vimos a una Inés emocionada ante un grito repetido e improvisado de su nombre por parte de los allí presentes.

Como no podía ser de otro modo, el Wizink vibró con sus letras y disfrutó de su balada inédita Si la ves, en este escenario poco usual. Se creó un ambiente íntimo, maravilloso, que supieron aprovechar también con Valen másEnamórate de alguien más, momento en el que Pablo Villamil se hizo con cada rincón del Wizink.

De vuelta al escenario principal, el grupo demostró que el bajo se siente, haciendo vibrar, literalmente, a cada uno de los allí presentes. Además de vibrar, el público bailó y mostró su euforia al ritmo de Cuando Nadie Ve o No se va.

Morat tiene algo especial, contagia buena vibra y felicidad con serpentinas entre el público con los colores de la bandera de España. Bonito gesto. Tuvo un público muy variado: una madre acompañada de su amiga y sus hijas que bailaban entre risas y letras, miradas cómplices de parejas que se sentían como si no hubiera nadie a su alrededor y grupos de amigos que disfrutaban como si de un reencuentro en toda regla se tratara.

Y, nos preguntamos, ¿cuánto tendremos que esperar para volver a ver tanta felicidad y complicidad junto a estos cuatro amigos colombianos? Ojalá poco.

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