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Maite Unzurrunzaga expone sus ‘Lugares y momentos’ en el Centro Cultural Volturno de Pozuelo

En la época de lo digital, todos quieren tener una buena fotografía de los lugares que visitan. Los tradicionales optan por comprar postales con alguna imagen icónica y una suerte de titular que confirma el destino visitado. Para Maite Unzurrunzaga sus cuadernos, que le han acompañado por más de 20 años, son los mejores testigos de los lugares que ha visitado y pintado dentro y fuera de España.

Originaria de Zarautz y afincada en Madrid hace más de tres decadas, Unzurrunzaga es arquitecta de profesión y artista por vocación. A pesar de que el primero de sus títulos ha dejado de ejercerlo hace unos 10 años, en los trazos y pinceladas de la guipuzcoana se delata su interés por el equilibrio, colores y dimensiones en pinturas figurativas y un grupo reducido de piezas abstractas.

En su última exposición ‘Lugares y momentos’, disponible hasta el 29 de octubre en el Centro Cultural Volturno en Pozuelo de Alarcón, la artista conglomera esos destinos y fugaces acontecimientos que plasma en distintos parajes, ciudades y entornos en Israel, Grecia, Italia, Estados Unidos, Inglaterra y España.

Pasas de un apunte a la pintura… ¿Cómo es llevar esa percepción de la realidad a un lienzo?

En los viajes siempre hago apuntes, y en algunos de ellos tengo tiempo para poner el caballete y estar tres horas delante de un tema.

Sin embargo, normalmente me llevo los cuadernos que ahora están expuestos y hago apuntes de 10, 20 minutos, o incluso una hora. Con ese material y fotografías que saco del ambiente que estoy viendo, luego, en el estudio en invierno, me hago mis cuadros más grandes.

Sobre todo cuando era más joven, hacía cuadros grandes del natural. Ahora me dedico más al formato medio y pequeño.

La verdad es que me gustaría hacerlo del natural todo el rato, pero la vida es así; tienes que correr y no da la vida para estarte cuatro días por la mañana y por la tarde yendo al mismo lugar. En cambio, lo que son ‘momentos’, eso lo captas enseguida y lo repites, pero eso ya es otra historia.

Con los momentos puedes jugar mucho más: con la improvisación y con la espontaneidad. Lo otro (los lugares), tienes que jugar con el instinto de la mancha y a la vez con el control, ¿no? Cuando pintas en un tamaño más grande.

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Cuando pintas un cuadro, ¿tienes claro en qué lugar va a terminar expuesto?

Depende. Cuando pinto un paisaje, a veces ya tengo pensado para dónde va a ir ese paisaje. A lo mejor para una habitación o para un encargo que ya me han realizado, y puedo calcular la dimensiones. Pero, si voy un poco ‘a lo loco’ a pintar un paisaje, cojo un lienzo, el que tenga en casa (risas), y me pongo a ello.

También lo que sí pienso, cuando es un paisaje, es en el formato. Si le va mejor un formato horizontal, o un formato cuadrado. Pero pensar en el lugar en el que voy a poner mis cuadros es a posteriori.

Cuando la gente me quiere comprar un cuadro les pregunto ‘¿dónde lo vas a poner?’. Me gusta saberlo porque el mismo objeto es distinto según dónde lo pongas. Como si te pones una joya encima de un traje horroroso, o sobre uno precioso.

Todas las cosas necesitan su entorno y su espacio apropiado, y su color alrededor para que te luzcan más. Y eso también me lo da mi profesión de arquitecto: saber dónde meter cada cuadro que hago.

A la hora de pintar estos paisajes, ¿usualmente intervienes los mismos colocando personas en ellos o, si casualmente, cuando estás pintando hay una persona allí, tratas de plasmarla?

No hay algo establecido. Si yo pinto un paisaje arquitectónico, por ejemplo, normalmente la persona no me hace falta, a no ser que me interese marcar un poco la escala humana. En cambio, en otros espacios, como una playa, la presencia de personas te lo pide el guion.

También una cosa es que hagas paisajes con figuras, y otra cosa es que hagas paisajes ‘a secas’. De todas formas, no tengo una especialidad en este tema. Pinto lo que más me gusta en ese momento. Hay veces que me atrae la gente. Por ejemplo, cuando estuve en Nueva York, me apetecía dibujar gente porque es una ciudad llena de gente (risas). Hice como 20 acuarelas y en todas había personas. En cambio, en otros sitios no hay personas.

Por ejemplo, en las pinturas que tienes de Villa Adriana no tienes personas plasmadas, quizás porque es un lugar que ya no está habitado…

Ese espacio no necesita más para que esté lleno. Efectivamente, al no estar habitado, a lo mejor tampoco necesita que lo habitemos. Ya son como esculturas ese tipo de arquitectura, ese tipo de espacios.

En cambio, las cariátides (del Erecteion) ya están puestas. Son de piedra y quedan muy bien. Pero, si pones ahí a una persona, chirría un poco, a mi manera de enfocar el tema. Porque el tema lo llena todo.

Esa ley que dicen que menos es más; cuando pones demasiadas cosas, empieza a haber ruido en el cuadro y yo misma me estropeo el lienzo por meterle demasiado ruido.

Cuando llegas a esta sala y la ves llena de personas observando tus lienzos, ¿no sientes que es curioso como, de alguna manera, siempre hay personas ‘ocupando tus paisajes’?

No se me había ocurrido esa idea (risas). Sí, creo que de alguna manera te quieres identificar. El arte es comunicación, y cuando yo pinto algo es porque estoy contando algo que a mí me ha gustado y me ha emocionado. Si otra persona se emociona con ese cuadrito, me gusta.

Además, tú, aunque no te veas, estás en los paisajes que pintas…

Sí, yo me meto ahí todo lo que puedo. Lo interiorizo y lo interpreto a la manera que sea. Luego veo si lo enmarco o lo pongo en un sitio en específico, y me gusta que la gente diga ‘ay, ¡qué bonito es esto!’, aunque no sepan dónde queda el paisaje.

Otra cosa es el hecho de que mucha gente necesita saber dónde está su paisaje. Alguna vez he hecho alguna exposición y la gente te compra ‘su lugar’. Que también es normal que te compren su mar, su playa, su casa. La gente necesita encontrarse con lo propio, y es normal, sobre todo en pintura figurativa. La abstracción es otro mundo.

Es que el mar Cantábrico para ti puede ser lo que fue el mar Mediterráneo para Sorolla

Pues igual. A mí el mar me gusta muchísimo, y mi mar me encanta.

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Acuarela ‘Mariscando Ría de Arosa 1’, de Maite Unzurrunzaga

¿Solo pintas lo que te conmueve o también hay sensaciones que plasmas para no olvidar?

Lo de las sensaciones me cuesta mucho. Yo necesito ver algo que me conmueva. Aunque a veces empiezo con una cosa y luego sigo con otra, necesito empezar con algo real. Sea una foto o sea un apunte, y que luego a veces le añado cosas o lo transformo… siempre el punto de partida es la realidad, más que el concepto o la abstracción.

De hecho, me cuesta la pintura conceptual y todo ese mundo, que me encanta, pero yo soy muy pragmática para eso. No me suele salir.

¿Son más los lugares los que te cautivan que las personas?

No es que me cautiven más, es que me salen mejor. Pintar personas no es nada fácil (risas). También tienes que tener una especialidad en el tema de pintar figura, y no es lo mío. Lo mío es más por mi carrera, que me voy por el paisaje urbano, el paisaje del mar, las panorámicas. Piensa que yo no he estudiado la carrera de Bellas Artes.

En cambio, cuando la estudias, tienes asignaturas que analizan la figura humana. A veces he ido a clases precisamente para aprender un poco de eso, porque me encantaría poder hacerlo. Hay pintores que solo hacen figura, y yo no me atrevo. Si viviera dos veces, a lo mejor, pero no me da tiempo.

He sido arquitecto hasta hace nada. He dejado la profesión hace unos diez años para dedicarme solo a la pintura, pero antes le dedicaba mucho menos tiempo del que me hubiera gustado.

Hacer figura… es interesantísimo, pero no he hecho mucha. En cambio, paisaje he hecho mucho más, porque es más rápido y coincide más con los viajes. Es que tampoco le he dedicado mucho tiempo a pintar en mi vida. He empezado de mayor, aunque siempre he tenido esa afición, y eso lo ves en mis cuadernos que están llenos de pintura rápida.

En tus cuadernos, en los que muchos toman apuntes en sus viajes, tú plasmas lo que estás viendo y haces tus propias postales

Sí, esa es mi historia. Además, plasmo lo que estoy viendo y lo que me gusta. Adicionalmente, en los apuntes de paisajes, sí que meto gente muchas veces. Que luego no me atrevo en los grandes.

Meto gente porque, si son paisajes de París, tienes que meter gente. Si es Nueva York, igual. En el Hyde Park de Londres, también metes gentes. En cambio, en paisajes donde está el mar, solo meto barcas. Objetos que te relacionen con la escala humana siempre.

Si la vida se reduce a ‘Lugares y momentos’, ¿con cuál de todo los que coleccionas te quedarías?

De ‘lugares’ me gusta mucho el cuadro de Albarracín. Y de ‘momentos’, esos momentos de las regatas. Me lo pasé tan bien haciéndolos que cualquiera de ellos me gusta mucho.

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La artista Maite Unzurranzaga junto al lienzo ‘Albarracín, Teruel’.

Visitar la exposición ‘Lugares y momentos’ de Maite Unzurrunzaga

La exposición ‘Lugares y momentos’ de la artista y arquitecta Maite Unzurrunzaga se puede visitar de miércoles a domingos, desde las 11:00 hasta las 14:00 horas, y de 17:00 a 20:00 horas, en el Espacio Cultural Volturno ubicado en Pozuelo de Alarcón hasta el próximo 29 de octubre. La entrada es libre.

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