Historia Rastro

Vuelve el Rastro: conoce la historia y evolución del mercado más famoso de Madrid

| 19/11/2020 07:45 | Actualizado: 19/11/2020 17:56

Ocho meses. Durante este tiempo, ha permanecido cerrado el mercado más importante de Madrid: el Rastro. Debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, los comerciantes, resignados, aceptaron —al igual que el resto de madrileños— el cierre de sus negocios mientras duraba el confinamiento. Poco a poco, la capital comenzó a recobrar su actividad, pero el Rastro continuaba sin recibir el visto bueno por parte de las autoridades para montar sus míticos puestos.

Sin embargo, tras meses de negociaciones, por fin, este domingo, el Rastro reabrirá sus puertas. Por este motivo, desde Madrid 365 aprovechamos la ocasión para hacer un repaso junto a Mayka Torralbo, portavoz de la asociación El Rastro Punto Es —y comerciante durante más de 30 años—, sobre el origen y evolución del mercado.

Orígenes

Todo empezó con un grupo de mataderos y curtidores de piel. Estos comerciantes, durante los siglos XV, XVI y XVII, se fueron asentado en una zona ubicada a las afueras de Madrid. Y, poco a poco, fueron fomentando el comercio activo en el lugar. Fue allí, en 1497, donde se abrió el primer matadero municipal: el Matadero Viejo. Más tarde, sería remplazado por otro más abajo, denominado Matadero Abajo, en el Cerrillo del Rastro.

Plano de 1622 se recoge el nombre de “El Rastra” para denominar al mercado.

A mitad del siglo XVII, la proliferación de las industrias de cuero atrajo negocios de curtidos de pieles, fabrica de zapatos, correajes, bastos y monturas; además de otros comercios de ropa y fábricas de productos derivados del sebo.

En opinión de Mayka, la atracción generada por el Rastro desde sus orígenes se debe a que cumple una «función social» y eso le ha llevado a convertirse en «un crisol, un lugar donde se mezcla todo el mundo».

Evolución

Pero la gran expansión del mercado no llegó hasta finales del siglo XVIII. Fue en ese momento cuando empezaron a instalarse en él vendedores de productos comestibles, tahonas, enseres, herramientas, quincalla e, incluso, objetos robados. Estos nuevos puestos invadían la Plazuela del Rastro y la Ribera de Curtidores.

Más tarde, en el siglo XIX, llegaron los chamarileros, las almonedas, los anticuarios, las tiendas de compra-venta de muebles y objetos de valor, prendas y alhajas, y los comercios de libros. Durante esa época, también se organizaron los primeros bazares y galerías.

Antigua postal del Rastro

Poco a poco, el Rastro se separó del matadero y adquirió un aspecto diferente al de sus orígenes. Durante la semana, el matadero siguió activo y rodeado de todo tipo de venta. Sin embargo, los domingos por la mañana, se instalaban los puestos desmontables —cada vez más numerosos—, que atraían a una gran cantidad de vecinos y viajeros. “Yo creo que el atractivo de el Rastro es que ha sido capaz de adaptarse tanto en los artículos de venta como a sus clientes«, afirma Mayka.

Para la vendedora, el éxito de sobrevivir a lo largo de los siglos se debe «al equilibrio conseguido entre lo antiguo y lo nuevo por los vendedores —con mucha lucha—, para preservar esa esencia”. Un equilibrio que surge de manera natural, al igual que su evolución: «Cuando el cambio se ha querido imponer, no ha funcionado. Cuando se han producido cambios, ha sido por otros motivos, para adaptarnos al perfil de consumo, por ejemplo».

El Rastro a principios del siglo XX

En este sentido, Mayka destaca que el mercado siempre ha ido a la vanguardia: “Trae y exporta muchos productos. Fue el primer mercado donde se podían comprar productos de otros países«.

El Rastro en la actualidad

Hasta ahora, el Rastro no había cerrado nunca. “Ni siquiera la Guerra Civil pudo con él. Aguantó hasta las bombas. Esta es la primera vez en la historia que se cierra», recuerda Mayka. Aunque admite que la apertura «se ha alargado más de lo previsto por la negociación con el Ayuntamiento», tiene la esperanza de «volver a reabrir en las condiciones de antes» cuando termine la crisis sanitaria.

El Rastro es el mercado favorito de madrileños y visitantes. Según la zona, se pueden encontrar diversos artículos de artesanía, ropa, complementos, discos y revistas de segunda mano, así como gran variedad de antigüedades. Pero, sobre todo, “el Rastro es un lugar de encuentro”, apunta.

La comerciante recuerda como, antes de la crisis sanitaria, el Rastro acogía una amplísima variedad de puestos durante los domingos y festivos en horario de mañana. «Tenemos muchas ganas de volver a nuestra actividad», confiesa. A pesar de sus ganas, Mayka reconoce que los principios van a ser duros: «Se han reubicado los puestos, ninguno vamos a estar en nuestro sitio anterior… Pero tenemos muchas ganas de volver; de encontrarnos en ese lugar tan maravilloso y respetar todas las medidas de seguridad para cuidar a nuestros clientes y visitantes

A partir de ahora, ¿cómo será el Rastro? Lo mejor será visitarlo este domingo y descubrirlo.

Redacción