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Venezolanos en Madrid, o cómo vivir con angustia perenne a 7.000 kilómetros de distancia

No hay nada peor que terminar una relación aún estando enamorado. O quizás sí. Más difícil es tener que compartir esa persona que tanto amas y, además, hacerlo a distancia. Sin embargo, si algo saben muy bien los venezolanos en el exterior es cómo se aprende a dividir el corazón y repartirlo en tantos sitios como estén repartidos sus seres queridos, siempre con la promesa de juntar las piezas en Venezuela.

Pero la realidad es que de los casi 68.000 venezolanos que han hecho de Madrid su segundo hogar -según arrojan las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y sin contabilizar el resto de ciudadanos con nacionalidad española y aquellos repartidos por toda España- solo 9.000 pudieron ejercer su derecho al voto el pasado domingo 28 de julio, día de las elecciones presidenciales en el país sudamericano.

Tras la convocatoria a las urnas y sin un resultado claro hasta el momento, tanto los venezolanos recién llegados como aquellos con varios lustros en la capital, con idas y venidas entre Caracas y Madrid; todos experimentan esa sensación de doble vida, dentro de sus posibilidades y contexto, de contar con una angustia perenne acompañada de esperanza en un país alejado de su realidad, y de su silencioso, pero colectivo sentimiento.

Una lucha desde el destierro

Una persona puede ser muchas cosas, pero lo que nunca quiere creer es que podrá añadir a su curriculum las palabras ‘desterrado’ o ‘inmigrante’. Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas, abogado, político y, por encima de todo, venezolano, es residente de la ciudad de Madrid desde hace casi 7 años, tras su salida de Venezuela a través de la frontera con Colombia, su primer encuentro con el exterior tras escapar de su arresto domiciliario.

«El sentimiento que tenía en el avión es que iba a regresar pronto a Venezuela… y ya han pasado 7 años» asegura el político. Reconoce su trabajo interno para poder lidiar con el ‘tormento nostálgico’ que muchas veces le embarga. Asimismo, se encuentra plenamente agradecico con el afecto, el cariño y el respeto que ha percibido él y su familia en esta ciudad, asegurando que «quedará como un tatuaje en mi corazón, y la memoria del corazón es la que nunca se pierde».

La simbiosis entre ‘los de adentro y los de afuera’ y cómo seguir apoyándose

«Más allá de las diferencias que hay entre un grupo y otro, hay muchos venezolanos que tienen que vivir el destierro con mucha estrechez. Con el calor que hay ahora en Madrid, hay muchos muchachos trabajando, y pedalear a 38 grados no es ‘mantequilla’ (no es fácil). Esa gente se ha convertido también en el sostén de muchas familias en Venezuela porque son los que mandan las remesas para allá» comenta el líder político.

A día de hoy, más de 12 días han pasado desde la declaración de Nicolás Maduro Moros como presidente reelecto de Venezuela, con los ojos del mundo puestos en el país vecino del mar Caribe, bajo una intensa mirada que aún exige la presentación desglosada y exacta de las actas emitidas por las máquinas electorales que se utilizaron el pasado domingo 28 de julio de 2024.

Sin embargo, la tensa situación entre la población, dentro y fuera del país, ha permitido suspirar preguntas como ‘¿cómo podemos ayudar desde el exterior?’ o ‘¿cómo nos protegemos ante la incertidumbre que hoy reina en nuestras calles?’. Y, aunque la respuesta no es exacta, ni pretende desvelar una verdad absoluta, las redes sociales han jugado una parte fundamental en las últimas jornadas.

«Muchos no tienen la posibilidad de abrir un espacio en la agenda y tienen que trabajar 12 y 14 horas al día, muchos dependen de esas horas de trabajo. El que pueda ir a los actos, que asista. El que pueda usar su teléfono para poder apoyar la causa por Facebook, Twitter (X), Instagram y TikTok, que lo haga. Que vayan incorporándose a las organizaciones que están recopilando proyectos para el futuro, y ponerse al servicio de la Venezuela que vamos a construir gracias a todas esas iniciativas que están aprendiendo mucho en el destierro» son algunas de las acciones que sugiere Ledezma ante una agenda de acciones que va mutando y se transforma con el pasar de los días.

Control de las emociones, ‘viajes imaginarios’ y concentraciones en Madrid

La angustia puede hacer aún más pesado el asfixiante aire caliente que visita a Madrid en verano, y Ledezma reconoce que «no todo el mundo sabe manejar las rabias, ni procesar las frustraciones, porque hemos tenido una serie de frustraciones, una serie de errores, y la gente tramita esos errores como le sale del alma».

Pero perder la esperanza no es una opción, al menos no para este ciudadano en el exterior. Los valores y principios, según comenta, son los que permiten que esta lucha siga en pie.

Por otro lado, el político asegura hacer contacto diario con Venezuela, sintiendo que de alguna forma está allá y que esto le permite realizar ‘viajes imaginarios’ por los pueblos de su estado, o por Caracas, para atenuar de alguna forma el ‘dolor de patria ausente’. Es probable que no sea el único que viaje a través de sus sueños, o por las pantallas, a su lugar de origen.

Además, estos sentimientos se mezclan con los diversos actos que se están llevando a cabo en Madrid, que han formado parte de la agenda de los venezolanos residentes de esta ciudad los últimos días. Hijos de inmigrantes, que ahora son inmigrantes, se reúnen con la convicción de seguir apoyando el desenlace de un país libre, y para todos.

«Mi estancia en este destierro no ha sido estéril, ni ajena a la lucha»

Ledezma podría recorrer Madrid e ir apuntando, como las guías turísticas que ofrece ‘El Madrid de Pérez Galdós’, o el de Manuela Malasaña, aquellos lugares en los que ha podido alzar la voz en esta lucha hoy relevada a nuevos líderes. Casa de América o el Palacio de Cibeles, algunos de los lugares que se suman a esta guía.

«Mi estancia en este destierro no ha sido estéril, ni ajena a la lucha. Sino que desde que llegué me he incorporado al trabajo con los compañeros que están en la diáspora» afirma.

Por otro lado, la diáspora sigue siendo un tema de preocupación, con una posible nueva ola de venezolanos que elijan Madrid como su nuevo hogar, lo que se traduciría en que el panorama político en Venezuela se aclarará a favor de Nicolás Maduro y un nuevo periodo presidencial bajo su mandato.

«Aquí hay muchos vínculos con gallegos, canarios y vascos que dejaron sus raíces por allá y que los venezolanos sienten que esta es la madre patria y la puerta hacia Europa, y no dudarán en venirse muchos para acá, como ya lo han hecho más de 500.000 ciudadanos» destaca el líder, oriundo de San Juan de los Morros, capital del estado Guárico.

Un afortunado en el exterior

«No tengo contacto con los tres amigos que tengo en Venezuela porque no sé si un mensaje imprudente puede hacer que los pare la policía y los metan presos» relata Eduardo, nombre ficticio de uno de los venezolanos residentes en Madrid, quien prefiere preservar su anonimato.

Ingeniero mecánico de 42 años y padre de una pequeña, se sabe afortunado de haber podido votar en las elecciones presidenciales de Venezuela el pasado 28 de julio en Madrid. Esta misma fecha marca el inicio de un insomnio que combina como puede con su empleo, las seis horas de diferencia horaria con Caracas y su nueva afición a las redes sociales para mantenerse informado de lo que pasa en su país.

Eduardo relató cómo fue su inscripción en el registro electoral, atípica y que dejó fuera de las urnas a una gran cantidad de venezolanos que hacen vida en la capital española.

Inscripción atípica en el registro electoral

«Llegué a las seis y media de la mañana a la cola para la gente interesada en inscribirse en el registro electoral del consulado. Estaba en la fila, con el número 15, pero terminé en el tercer puesto cuando empezaron a hacer el filtro entre las personas ahí presentes que no estaban aptas, según su criterio, para inscribirse» comentó Eduardo. Él mismo aseguró que entre las personas que no lograron la inscripción destacaban un estudiante que, como no tenía la visa de residente, no le dejaron inscribirse, así como una pareja de abuelos que tenían su permiso de residencia vigente hasta el próximo año.

15 minutos, desde que pudo entrar a la sede, fue lo que le tomó para realizar el trámite. Sin embargo, asegura que con un teléfono celular, uno de los trabajadores del consulado tomó fotografías de su cédula de identidad y de su NIE.

Pero poder asistir a las urnas valió el esfuerzo para este afortunado elector. El Centro Cultural Fernando de los Ríos dispuso de 17 mesas para los ciudadanos registrados el último domingo de julio, que se combinó con incontables sensaciones y sacó a relucir lo mejor de los venezolanos, así como una esperanza que parecía haberse quedado fuera de la maleta que había llegado con ellos a Barajas.

Madrid, su hogar desde 2017

Eduardo se mudó a Madrid por razones como la inseguridad y la escasez de medicamentos en Venezuela. «Si pasaba algo, así tuviese el dinero, no iba a poder comprar medicinas. No las iba a conseguir porque no habían» relató.

El idioma y tener un lugar donde llegar fueron sus primeras motivaciones para escoger la capital como su ciudad de residencia. Además, la seguridad de saber que las necesidades básicas están cubiertas no tiene precio: «aquí he podido tener la oportunidad de avanzar profesionalmente, aquí nació mi bebé y me da mucha alegría porque el sistema de salud funciona perfecto», aseguró el ingeniero.

Fiel asistente a las distintas concentraciones que se han llevado a cabo en Plaza de Colón, Puerta del Sol y Cibeles, reconoce que es difícil estar fuera de Venezuela con todo lo que está pasando, aunque el momento más difícil que ha vivido en la distancia haya sido no poder estar cuando murieron sus abuelos. Por otro lado, agradece la solidaridad de sus compañeros españoles, quienes le han contactado para preguntarle cómo se siente y cómo está su familia.

Luz al final de túnel

Una realidad contradictoria, que está normalizada en el país sudamericano, le hace cuestionar cómo algunos conocidos que aún viven allá y que han sido víctimas de secuestros, no han decidido salir del país. Sin embargo, también ve con buenos ojos la posible llegada de nuevos compatriotas a la ciudad porque «la fuerza laboral de nuestro país está muy bien valorada aquí, porque somos personas muy trabajadoras».

También reconoce que la esperanza exacerbada estos últimos días por los venezolanos en Madrid responde a la ilusión, sobre todo de los jóvenes, de volver a Venezuela y construir ese país que alguna vez existió y que probablemente no pueda volver a replicarse, pero sí mejorarse.

Afortunadamente, la suerte, combinada con mucho esfuerzo, trabajo y compromiso, está del lado de Eduardo. Gran parte de su familia se encuentra fuera de su país natal, situación que es un abrazo que alivia las preocupaciones que se suman a diario a aquellos que se encuentran fuera de Venezuela. El trabajo tampoco le ha faltado, ni a él ni a su pareja.

En este ‘sube y baja’ de emociones, entiende que también es crucial que la voz de los disidentes de los partidos políticos afines a Chávez y a Maduro sea escuchada. Que el cambio del país es por y para todos.

El trabajo en medio de una crisis: ¿necesidad, distracción o calvario?

Quizás su mejor carta de presentación como hija adoptiva de Madrid es @roxenmadrid, su cuenta en Instagram con más 100.000 seguidores, en la que descubre y comparte los mejores planes, restaurantes y rincones de la capital española.

Sin embargo, Rosangelis Santiago, el veradero nombre de Rox, también tiene un corazón que siente y que sufre por una tierra ‘al otro lado del charco’, por algunos conocida como ‘la pequeña Venecia’. Hace 9 años, con miedo a volar y con la ilusión que supone volver a vivir en la misma ciudad que sus amigos, esta creadora digital partió con rumbo a Europa sin un billete de vuelta.

«Me vine a hacer un máster y me terminé quedando. Al principio no tenía la nacionalidad portuguesa que tengo hoy en día y me tocó hacer tres másters» explica Santiago.

«Desde que me vine, no he vuelto a Venezuela»

El venezolano tiene la capacidad de vivir una dualidad en muchos aspectos de su vida. En esta oportunidad electoral, un poco antipática con la situación política de Venezuela y sin poder ejercer su derecho al voto, una parte de la referente en planes culturales madrileños estaba convencida que esta llamada a las urnas iba a ser más de lo mismo.

Sin embargo, eso no la limitó a asistir a la concentración celebrada el mismo día de las elecciones en Plaza de Colón, con un impulso interno que le indicaba que tenía que ir a apoyar a los suyos. «No pude votar por todo el tema de la desinformación, y además, no pude cambiar mi dirección en España, entonces lo mínimo que podía hacer era ir a esa concentración y apoyar» relata Rosangelis, quien no ha vuelto a su país desde que pisó Madrid hace ya 9 años.

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El día a día, en la vida real y en las redes sociales

«Ahora vivo más estresada, por una parte tengo esperanza y por la otra desesperanza» confiesa esta creadora de contenido venezolana. Para ella, «aunque esté fuera de Venezuela, y parte de mi familia también, no es algo que me dé igual y ya. Constantemente estoy pensando en mis amigos y mi gente, y creo que somos un país que no merecemos pasar por tantas cosas malas».

Vivir esta situación en la distancia tiene su toque de locura, de imaginarse posibles escenarios y de preguntarse y reevaluar las propias creencias y valores ante un panorama tan complejo como el actual en Venezuela. Por ello, ha intentado ayudar desde la distancia intercalando noticias de su país y concentraciones que se hacen en Madrid con planes divertidos y otras actividades para distraerse en esta maravillosa ciudad.

«Estuve una semana sin subir nada de lo que tiene que ver con cosas de planes, sino de intentar informar lo más posible para que la gente se entere de lo que está pasando» explica.

El móvil, una herramienta y un arma

Su rutina estos últimos días consiste en levantarse por las mañanas y comprobar en el chat de la familia que todos están bien. Pero la alerta se encendió con el último mensaje de uno de sus tíos: ‘Por favor, están revisando los teléfonos. No hagan ni digan nada’.

«Me sorprendió que uno de mis tíos nos pidió a los que vivíamos fuera de Venezuela que no escribiéramos nada en el grupo hablando mal del Gobierno y eso a mí me impactó» confiesa. A su vez, ha intentado digerir todo esto para evitar «volver a esos momentos oscuros de Venezuela».

Mezclar el deber con el trabajo

«Rox en Madrid es referencia de planes en Madrid, de cosas para hacer aquí. Mucha gente que piensa viajar a Madrid me escribe para pedirme recomendaciones y preguntarme a dónde ir, qué restaurantes probar» asegura la creadora de contenido. Sin embargo, sus publicaciones han mutado y se han disminuido desde la celebración de las elecciones el pasado 28 de julio en Venezuela.

«Con toda esta situación mis seguidores se han enterado que soy venezolana. La verdad es que he tenido a algunos seguidores preocupados y otros me han dejado de seguir’ explica, pero su intención sigue siendo la de mantener informada a su comunidad sobre planes en Madrid y sobre lo que ocurre en Venezuela.

No obstante, mezclar el deber con el trabajo también ha traído sus haters también. Aunque tiene videos que han pasado de las 200.000 visualizaciones, hay otros, como el de la última concentración en la Puerta del Sol, por el cual recibió comentarios negativos de usuarios que ni siquiera la seguían y notó la disminución de la cantidad de seguidores que tenía.

Una madrileña más

Rosangelis se siente integrada en la sociedad madrileña, colmada también de venezolanos, y con un profundo agradecimiento por poder vivir aquí. «Tengo muchísimo que agradecerle. Siendo extranjera jamás me he sentido maltratada. Al contrario, me han tratado como una madrileña más. Puedo demostrar en mi cuenta todo el amor que le tengo a esta ciudad que me ha dado muchísimo» confiesa.

De hecho, comenta divertida que muchos de sus seguidores madrileños le confiesan que conoce mejor su ciudad que ellos mismos. Aunque vivir en Madrid también le ha pasado factura. Uno de los episodios más difíciles en la distancia ha sido la muerte de sus abuelos, el no poder asistir a sus velorios, y no poder haber votado en estas elecciones, un deber y derecho que reclama siempre haber ejercido.

Confianza en el futuro

«Muchos españoles me preguntan cómo está la situación en Venezuela, que cómo lo veo, y es que nosotros tenemos que ser esos voceros de decir esa verdad de lo que está pasando, de crear alguna presión internacional en nuestra comunidad. Que la gente sepa que nuestro país está mal y necesitamos ayuda» expresa Santiago.

Su intención no es dejar de subir contenido sobre la situación en Venezuela, sobre todo en un país como España, un país en el que se puede protestar sin miedo. Lo que se recuerda siempre es que «hay que tener mucha fe, porque todo esto va a pasar».

En la unión está la fuerza

¿Alguna vez has intentado prepararte para un maratón? Para muchos venezolanos, vivir en el exterior ha significado una carrera de resistencia. Para algunos empieza antes, para otros después, y otros se incorporan en la mitad de camino. Zaida, presidenta de la asociación Venezolanos Amigos de Inmigrantes (VENAMI), sabe que llegar a la meta es más fácil cuando se está acompañado.

Nacida en Maracaibo, Zaida tiene 60 años, de los cuales 17 los ha pasado en Madrid. Su carrera profesional la ha llevado a trabajar en la industria petrolera en Venezuela y España.

Esta psicóloga industrial y social llega en el 2007 a Madrid con el objetivo de sacar a sus hijos del país. Para su fortuna, el trabajo había llegado antes que ella a España. Sin embargo, nunca estuvo en sus planes abandonar su tierra natal.

«En el 2006, se tenía planteada la reforma de la ley que afectaba directamente a los menores de edad. Esa reforma proponía la guarda y custodia de los menores de edad por parte del Estado. Mis hijos eran menores de edad para ese entonces, ya que la reforma elevaba a 21 años la calificación de menores de edad» explica.

Trabajadores petroleros

Su carrera profesional le ha permitido trabajar en grandes empresas de la industria petrolera como Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Repsol, en Madrid. Sin embargo, tras el paro petrolero en el país sudamericano entre 2002 y 2003 y los diversos despidos que se llevaron a cabo en ese entonces, Zaida formaba parte de una población que era más propensa a ser perseguida, o vivir en el exilio, la realidad muchos de los extrabajadores de esta empresa en la actualidad.

No obstante, el día que decidió irse del país recibió una propuesta para participar en un proceso de selección de una empresa en Madrid, reconociendo que los venezolanos eran referencia en temas de petróleo para el resto de los países. Ella, en su caso específico, ya había hecho carrera como líder de desarrollo y mantenimiento de competencias técnicas de petróleo, un puesto novedoso en el sector para ese entonces.

Gracias, Madrid

«Desde que llegué le he dicho un gracias en mayúsculas a Madrid, y a España completa» asegura esta psicóloga. Además, la venezolana, vecina de Paracuellos de Jarama, destaca el cobijo, el trabajo, la solidaridad, comprensión y el gran abrazo, en su sentido metafórico, de estas ciudades, y de la región en general.

«No tendremos cómo compensar todo el apoyo y el cariño con el cual nos han recibido y nos han acompañado en este tiempo, porque eso no se olvida. El venezolano es agradecido» explica.

Asimismo, y como parte de su actividad social en la región, la psicóloga fundó el año pasado la asociación VENAMI junto a otras compañeras, con el objetivo de impulsar el voto de la ciudadanía venezolana en España en las elecciones primarias de la oposición.

A partir de allí, el grupo también se ha organizado en distintas áreas para facilitar la llegada de los venezolanos, y otras nacionalidades, a la Comunidad y a integrarse a la cultura española, y con la intención de estudiar y dar soporte a todos los inmigrantes en temas de derechos y deberes, entre otras cosas.

Una carrera de resistencia

Para esta maracucha, el momento por el que pasa su país y sus ciudadanos tiene algo que ver con una necesidad de aprendizaje para mejorar desde la posición de cada uno de los implicados. Además, destaca que «lo más importante en estos momentos de angustia es mantener la cordura, la estabilidad, la integridad, y aferrarse a los valores fundamentales que cada uno de nosotros tenemos. Es lo que más te va a sostener cuando no tengas quien te sostenga».

Asegura que ‘libertad y familia’ son sus guías para poder hacer todo lo que hace, y que percibe que en estos momentos las diferencias políticas se hacen más pequeñas, creyendo en las oportunidades para todos, «eso sí, que nos las ganemos con trabajo, nada regalado».

El pasado 1 de agosto VENAMI, con el apoyo del Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama, llevó a cabo una actividad en este municipio que, según la propia líder, permitió unificar a una cantidad de personas con ideologías distintas con un solo propósito, con la presencia de distintas autoridades de la localidad.

Bonanza y pobreza, en el mismo menú

«No he visto otros países que hayan vivido lo que nosotros hemos vivido estos últimos 25 años; no han vivido una bonanza extraordinaria y luego una pobreza extrema» destaca. En su condición de impatriada que le concedió su primer trabajo en España, tuvo la oportunidad de volver a Venezuela en múltiples oportunidades, viviendo de alguna forma la transformación del país, hasta la muerte de su padre en el año 2018.

Sin embargo, en esta lucha también conviven las dos ideologías que dividen al país en el mismo menú. «Veo personas con ideas socialistas, venezolanos que hacen vida política aquí en España, y nos hemos encontrado en las calles y en las plazas defendiendo lo mismo».

Asimismo, esta ciudadana reconoce que la actividad en la calle y en las redes sociales es impresionante, con un mensaje único de apoyo y de denuncia, y entendiendo el papel y la responsabilidad de los venezolanos en el exterior como la ventana de lo que ocurre en el país.

Saber reconocer los límites

«A Madrid no le convendría la llegada de una nueva ola de venezolanos. A ningún país le conviene hacer silencio. En el supuesto de no lograr lo que ha sido la elección popular y declarar a Edmundo González Urrutia como el presidente de los venezolanos -que lo es-, va a haber una diáspora muchísimo mayor y eso no le conviene a ningún país ahora mismo» afirma con seguridad la venezolana.

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El crecimiento de la diáspora es una latente realidad, así como el abandono de gran parte de la población inmigrante para volver a Venezuela. En ambos casos, hasta los momentos, se desconoce cuál podría ser el pronto desenlace entre esta diatriba.

Sin embargo, la líder de VENAMI confiesa que «yo iría y regresaría, pero ya me planteo la posibilidad; de ir, ayudar a construir, volver y tender puentes. Además, los españoles no quisieran que se fueran los venezolanos». Asimismo, confía en que el papel de los venezolanos, y de España, es ser la voz de América para el continente europeo.

‘Cuando tocamos la libertad con los dedos’

Han pasados unos cuantos días desde la jornada electora, pero muchos sentimientos se mantienen a flor de piel. Para Zaida, quien asegura que «el pasado domingo tocamos la libertad con los dedos», ese día se ha traducido en el inicio de una semana que para ella arrancó sin tristeza, sino con la pregunta ‘¿ahora qué hacemos?’.

Reunirse con los vecinos en Paracuellos de Jarama, asistir a las concentraciones en distintos puntos emblemáticos de Madrid y mantenerse activa en las redes sociales son acciones que han ocupado su agenda, al punto de dejar de lado su más reciente emprendimiento. Asegura que lograr la libertad de Venezuela es un objetivo que tiene desde hace mucho tiempo, pero que ahora lo persigue con más intensidad, aunque con dificultad para dormir.

«Hemos aprendido mucho en este proceso. No me quejo, de verdad. No cambiaría nada, solo la libertad con su llegada un poco más temprano» expresa.

«Muchos de nosotros volveremos y daremos oportunidades. Como ha sido Venezuela siempre; un país de oportunidades»

Volver, experimentar y regresar: crónica de un reencuentro

También hay afortunados que pueden volver a su país, porque su estatus migratorio se los permite, aunque los motivos no sean siempre los idóneos. Valery Sulbaran regresó a Venezuela tras siete años en Madrid, y aunque el motivo principal no fue votar, tuvo la oportunidad de hacerlo allí.

«Mi papá tenía dos años sin trabajo, y nosotros, que somos tres hermanos, nos fuimos a verlo porque le dio un brote psicótico por depresión por toda la situación del país. Tiene dos años sin hacer ninguna obra en su constructora y, además de que se quedó solo allá, porque mi abuela se murió durante la pandemia, que era la única persona que quedaba allá junto a él» arroja Sulbaran.

Valery abandonó la capital venezolana en el 2017, con la carrera de Comunicación Social a medias e impulsada por la búsqueda de una mejor educación. Entre papeles y trámites, logró terminar sus estudios en la Universidad Rey Juan Carlos y graduarse de Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabaja en el área de marketing digital de una empresa de viajes en Madrid.

Realidades diferentes

Los servicios de luz y agua solo fueron interrumpidos un par de veces durante los tres meses que estuvo en Venezuela. Eso sí, la extrema dolarización de un país que en algún momento tuvo la moneda más fuerte del mundo le impactó, así como el incumplimiento de las leyes de tránsito, en algún momento justificado por el alto nivel de inseguridad que dominaba las calles de Caracas.

«¿Por qué nos tenemos que adaptar a un sistema que no funciona?» se cuestiona. La duda es cuántas personas que aún viven en Venezuela se hacen esta pregunta, con un sueldo mínimo que ronda los $3 mensuales (cerca de los 3 euros).

Volver a Madrid

A pesar de haber emigrado, y todo lo que esto conlleva, esta venezolana asegura que en Madrid no le ha faltado nada. «Eso sí, nunca te vuelves a sentir en casa en otro sitio, a menos que pasen demasiados años».

El sentido de pertenencia, como migrante, es un arma de doble filo y una necesidad constante. Algunos juegan a camuflarse entre los madrileños y sentirse como uno más. Para otros es una tarea más complicada y hacen el esfuerzo de mantener su círculo social repleto de venezolanos. El objetivo siempre es el mismo: volver a sentirse como en casa.

En cuanto a la situación actual de su país, afirma sentirse más esperanzada que la gente que ha estado en Madrid, incluso es algo que la distingue de su familia acá. Eso sí, pasar mucho tiempo mirando el móvil, con esa sensación tan venezolana de que algo siempre está por pasar en el momento que sueltas el teléfono se ha vuelto parte de su rutina. Y, aunque toca cumplir con las obligaciones aquí, el corazón lo tiene allá.

«Puedo entender perfectamente que la gente esté aquí viviendo su día a día y no pensando en que Venezuela va a cambiar» comenta bajo la idea de que, al emigrar, los ciudadanos son «obligados» a crecer más rápido y poner como prioridad su trabajo, sus compromisos económicos y otras cuestiones.

Sin embargo, plantea que la realidad es diferente allá, con ciudadanos que no tienen espacio en sus pensamientos para otra cosa que no sea la situación actual del país. De hecho, muchos locales comerciales no empezaron a subir sus persianas hasta esta semana, con horarios reducidos y algunas cabezas cabizbajas.

‘Sacar la pata de Venezuela’

«Me fui de Venezuela llorando otra vez. Me fui añorando poder volver porque realmente mi objetivo siempre fue educarme aquí (en Madrid) y aplicar esos conocimientos allá» acota esta ciudadana. Su idea de formar una familia en su país no deja de rondar su cabeza, pero, luego de tantos años fuera, parece una realidad distante.

Su madre y sus hermanos la acompañan en Madrid y, aunque cree que es cuestión de tiempo para que su padre también emigre a esta ciudad, Sulbaran asegura que este no ha terminado de «sacar la pata de Venezuela» (expresión que se refiere salirse de algún espacio, cuestión o problema teniendo aún relación con ese asunto o lugar).

«Ojalá podamos volver pronto a nuestro país y que se pueda volver a reconstruir», contesta Valery. Tiene fe en que los conocimientos que han adquirido los venezolanos alrededor del mundo puedan aplicarse para mejorar el país sudamericano. Por ahora, todo permanece en una idea. El pasar de los días determinará el camino del país, y de su gente.