«Madrid Q&A» es una indagación, en forma de cuestionario, sobre la relación personal de vecinos o visitantes de Madrid con la ciudad. Y, quien dice la ciudad, dice del Xanadú al pico de Peñalara: que Madrid, ya lo sabemos, no es tanto un callejero como un estado mental.
Pasó de ser presentador estrella, aunque tuviese hechuras. La renuncia fue, eso sí, por un destino más alto: hacer lo que le diera la gana. Sabe poner sonrisa de buen chico, pero le dura poco, hasta el siguiente chispazo de ironía, o así. Con ese juego ha dado la réplica a un sinnúmero de entrevistados, ha diseccionado Vox (La España viva, Kalma, 2018), ha comido en palacios en San Bernardo. De forma que tenemos a un híbrido de Lázaro de Tormes y Marcelino Pan y Vino con el que no sabemos muy bien qué hacer. Bueno, sí: acompañarle por un Madrid soñado a ratos, que él recorre con la primera luz. Y agradecerle que mandase a paseo el estrellato.
1. ¿Cuándo le dan a uno el carnet de madrileño?
Supongo que te lo dan -si es que tal cosa existe- tan pronto aterrizas en Barajas, pisas el andén de Atocha o Chamartín, o enfilas con el coche la M-30. Eso, si vienes de fuera. Si has nacido aquí, no tienes ni que pedirlo.
2. ¿Qué es lo mejor de un gato? ¿Y lo peor?
Gatos-gatos -o sea, hijos y nietos de madrileños- he conocido pocos. Y los pocos que he conocido me han resultado bastante palizas, no mucho más, eso sí, que cualquier otro que se sienta muy orgulloso de algo, da igual de qué.
3. ¿Dónde queda el ascensor para ir de Madrid al cielo?
Pues lo sitúo en el Planetario. Más que nada, porque el ayuntamiento usó la frase como reclamo publicitario del lugar hace la tira de años, cuando yo era pequeño. Por cierto, con lo de “Madrid al cielo” me pasa igual que con la expresión “mejorando lo presente”: que no sé muy bien qué significa.
Planetario de Madrid
4. ¿Cuál es el último amanecer que ha visto o, en su defecto, el que no olvidará nunca?
Último, lo que se dice “último”, el de esta mañana. A mi pesar -¡o no!-, soy madrugador. ¿Amaneceres que no olvidaré nunca? Los de la época de salir, a lo mejor. Pero no los recuerdo con especial cariño, sino con cierto espanto, redoblado este si el amanecer en cuestión te sorprendía saliendo de una fiesta de fin de año (¿por qué no las prohíben?). Prefiero los atardeceres.
5. ¿Una alcoba en el centro, o un palacio en las afueras?
¿No puede ser una mezcla? O sea, un palacio en el centro. Hace no mucho unos particulares me invitaron a comer al de su propiedad, cerca de la calle San Bernardo. Todavía me pregunto si no lo habré soñado.
6. Desmiéntame un tópico sobre Madrid o los madrileños.
El único tópico que me sé es que en Madrid nadie te pregunta de dónde vienes. Y, la verdad, no sabría cómo desmentirlo. Tanto es así, que justifica mi nada lograda respuesta a la pregunta número uno.
7. Ahora, confírmeme otro.
Como lo acabo de hacer, aprovecho este espacio para matizar el tópico anterior. En Madrid, nadie te pregunta de dónde vienes, pero todos te preguntan dónde vives. (Una genialidad así no podía ser mía, claro, sino de Hughes.)
8. ¿Cuál es el mejor momento del año para degustar Madrid?
A mí me gusta en Semana Santa. Tengo la sensación de que estamos en la ciudad cuantos tenemos que estar, ni uno más, ni uno menos. Madrid también me encanta en invierno, con mucho frío, y difícilmente la soporto en verano, con ‘la’ calor.
9. ¿En qué rincón de la ciudad se cita con la nostalgia?
En uno de las afueras: el colegio Retamar.
10. ¿Para qué sirve una olimpiada?
Si te la dan, para mucho, imagino. Si no, para endeudarte, imagino también.
11. ¿Qué le enamora más… de Barcelona?
Sus chaflanes.
12. ¿Quién es Madrid hecho carne?
Para mí, Ángel Matanzo, aquel carnicero que fue concejal del distrito centro con el PP, por los 90. Qué tío más chulo.
13. ¿De qué piezas consta su día diez en Madrid?
De una sola: levantarme antes de que lo haga nadie y andar todo el día con la errónea sensación de haber puesto yo las calles.
14. ¿Cuál es el himno no oficial de Madrid?
Si esto es un concurso de originalidad, lo pierdo fijo: “Pongamos que hablo de Madrid”, de Sabina. Aunque cualquier canción de Mecano, Nacha Pop, Los Secretos y por ahí me lleva de vuelta al mejor Madrid posible: el de infancia, en los 80.
Mecano en los ochenta
15. ¿Qué vista de Madrid le hace olvidar el mar?
Como no me gusta el mar -la culpa la tiene la arena en los zapatos-, diría que cualquiera. Por especificar: las vistas los domingos por la noche desde el estudio de radio de Intereconomía, en la décima planta de Castellana 36-38.
16. ¿Callos o sushi? Y, ya que estamos, ¿Lucio o DiverXo?
Aún con riesgo de que me retiren el carnet de madriñelismo, sushi, que me encanta. Solo de pensar en callos, me da acidez. En Lucio he estado y no me importaría volver, a ser posible invitado. DiverXo no entra en mis planes de aquí a los próximos cincuenta años.
17. ¿Cuál es su rasgo más inequívoco de madrileñismo?
No saber situar con exactitud el kilómetro cero.
18. ¿A quién le alfombraría de claveles la Gran Vía?
Qué pregunta: a Julia Urgel.
19. ¿Hay vida más allá de la M-30?
La hay, sí. Pero no merece mucho la pena.
20. ¿Cuál es el secreto mejor guardado de su Madrid?
Sus colonias: Albeniz, Cruz del Rayo, El Viso, Bellavista, Manzanares, Moscardó…
21. ¿Y su último descubrimiento en la capital?
Casa Arturo, un ventorrillo -debe de ser de los últimos de Madrid- en un descampado -también debe de ser de los últimos- en la calle Arcentales, por García Noblejas.
22. ¿Qué vez se dejó el corazón en Madrid, como Chavela?
No sé si me dejé el corazón, pero un domingo por la tarde, en los jardines de la Residencia de Estudiantes, en la calle Pinar, vi a Chavela Vargas sentada en un banco, silbando a un pájaro, que le respondía. Esto, como lo del almuerzo en el palacio cerca de San Bernardo, no sé si lo viví o lo soñé.
23. Lugar de Madrid en que ha sido más feliz
Espronceda 34, Aguirre 1, Doctor Fourquet 29… por decir tres direcciones en las que he vivido.
24. Mejor lugar para aprender algo de un hijo
Aquí sí que no se me ocurre nada ingenioso, ni siquiera pretendidamente.
25. Si se pierde, ¿dónde le encontramos?
Si me pierdo es para que no me encuentren. Pero como estamos entre amigos: restaurante El Camoati, calle Alfonso VI, número 3. No entiendo cómo no tengo mesa reservada sin llamar.