Juan Mas Angelita Madrid Sky Bar. Foto Diego Puerta

La piscina (I): «Me gusta mucho la ciudad en verano…me hace sentir parte de una especie de selecto club de sibaritas»

| 09/7/2020 10:34 | Actualizado: 13/8/2020 03:39

‘La piscina’ es una crónica de Madrid en verano, esa ciudad de cuyos humeantes pavimentos , fruto del infernal calor, huyen los que viven en ella; pero de la que disfrutan, tras vencer la molicie, aquellos defensores de su indolente encanto.

Me gusta mucho la ciudad en verano. Y eso, aunque suene algo patético, me hace sentir parte de una especie de selecto club de sibaritas. No es tan loco, si se piensa: apreciamos un placer que está vedado al común de los mortales. Y lo hacemos contracorriente: no sé muy bien por qué, pero nuestra afición despierta en algunos un extraño impulso estigmatizador. En el club nos sonreímos en estas ocasiones, claro, con una discreción que brota de la caridad. No se nos oculta que esas rigurosas condenas encubren, en el fondo, una fragilidad vergonzante. Una cobardía que es, además, la más antiespañola del catálogo universal de cobardías: la del miedo cerval al calor.

Vistas desde el Hotel The Principal

Puede, lector, que te veas reconocido en lo anterior. No te preocupes; tiene remedio. Con la termofobia (término al que acabo de llegar gracias los foros femeninos, esas canteras del saber) pasa como con cualquier otro miedo: basta hacerle frente para descubrir que no era tan fiero el león. Hay armas y tácticas. La mía, este verano, va a ser embarcarme en un gran proyecto de cartografía. Consistirá en elaborar la ruta madrileña del moscow mule. Es imposible pensar en un cóctel más refrescante. Seguramente arranque en Angelita, cuna del patrón oro moscowmulero. Vodka infusionado con cilantro, un golpe de pimienta y el jengibre de propiedades anti(corona)víricas. Pasará, por cercanía, por la azotea del Hotel The Principal. No he probado sus cócteles (puede que me lleve una sorpresa). Es sólo una excusa para disfrutar de las vistas en primera fila sobre la cúpula del Metrópolis. Tan cerca que impresiona, como un huevo Fabergé de talla colosal. De ahí, tras presentar nuestros respetos en De Diego, pondríamos rumbo a Lavapiés, claro. La mula moscovita es la primera vedette en Ciriaco Brown. Aunque en Ciriaco no puede rechazarse un Bloody Mary: ramita de romero pasada al instante por el soplete, y toque de kétchup.

Imprescindible buscar una piscina para recuperarnos de tan magna tarea. La Casa de los Tomillares (Candeleda, al sur de Gredos) me podría valer. A un golpe de vista verde de esta, nuestra comunidad, y cumple los más exigentes estándares de bucolismo. Es decir, los nuestros.