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Duelo a Pistola

Jaime Rodríguez Z: “Ser poeta es casi parte de mi identidad y eso creo que va a ser inamovible”

Jaime Rodríguez Z, escritor, reportero y crítico. Vino a España, primero se instaló en Barcelona y después llegó a Madrid, donde hoy reside. Amante de los libros, es capaz de crear un mundo ficticio en sus páginas, donde se vuelca.

Hasta ahora estaba anclado al pasado, pero en sus próximas obras se centrará en el presente, un presente en el que Madrid será protagonista. Jaime nos habla de su historia, de lo que ha nacido en plena pandemia y de lo que viene en la Azotea de Madrid365.

¿En qué momento de tu vida decides venir a Madrid?

Fue hace diez años, llevo veinte años en España, los primeros nueve y pico los pasé en Barcelona y luego por una cuestión laboral, mi familia y yo decidimos trasladarnos a Madrid y ya llevamos casi diez años.

¿Madrid o Barcelona?

Es la pregunta del millón. Es muy difícil. Yo creo que depende de la etapa en la que te encuentres una u otra es más adecuada. A veces para tener niños pequeños Barcelona es un poco más tranquila, la playa… En cambio si lo que quieres es salir, conocer gente, movimiento, algo que sea un tipo de vida más trepidante, por decirlo de alguna manera, Madrid es imbatible.

Tienes un currículo muy extenso y muy variado dentro del ámbito de la literatura: autor, crítico y director de revistas… ¿ Qué es lo que más te gusta en tu etapa vital actual?

Bueno, hay una cosa que tengo yo, que es que siempre me he identificado como poeta. De hecho yo soy escritor, pero básicamente de poesía. Ser poeta es casi parte de mi identidad y eso creo que va a ser siempre inamovible. Luego, efectivamente, soy periodista, soy editor ahora, escribo narrativa también… y creo que la narrativa en mi caso ha llegado con fuerza para quedarse. Entonces creo que primero poeta, pero luego diría que escritor en general. Luego las otras cosas como editor o periodista son complementarias, aunque también son importantes para mí.

Como crítico, ¿cuál es la crítica más dura que has hecho?

No he hecho demasiada crítica dura. Básicamente porque creo que cuando haces crítica literaria, una de las primeras decisiones que tomas es qué vas a criticar, y me parece un poco pérdida de tiempo escoger algo o mirar algo que no te convence, o ponerte a hacer una reseña de algo que no te ha gustado. Hacer una crítica de algo para demolerlo como que no.

Y, en cuestiones de creación artística sobre todo, no me parece que tenga mucho sentido hacer una crítica de algo que te ha parecido una tontería o que te parece absurdo, que no te gusta o no te parece bien acabado, bien realizado, porque para eso puedes darle espacio a cosas que sí que valgan la pena. Entonces, en realidad no tengo mucho bagaje como crítico demoledor.

¿Cómo eres capaz de cambiar de sombrero y compaginar tus distintas facetas como poeta y crítico?

Yo creo que tu parte creativa, efectivamente, no tiene mucho que ver con tu parte crítica, más allá de querer hacer crítica. Tú aprendes cosas y vas internalizando las cosas que aprendes y finalmente redundan en tu creación. Terminas aprendiendo de eso, pero en el momento mismo de escribir una u otra cosa van por caminos completamente distintos. Además tienes el tema de que cuando tú haces creación te sometes tú mismo a la crítica. Entonces eso merece un poco de tu propia medicina.

Y, ¿la crítica más dura que has recibido como poeta?

Siempre hago un chiste con esto. Tengo un libro que se llama ‘Canción de Vic Morrow’. Es un libro que ha tenido algunos buenos comentarios y un recibimiento más o menos cálido en algunos lectores. Pero tuvo dos reseñas en medios importantes, una en España y otra en Perú, y las dos fueron absolutamente demoledoras. Fueron brutales. A mí, evidentemente, me afectó mucho esto, porque cuando uno crea algo, te duele la crítica, pero luego tienes que asumir que son percepciones distintas a las que tú tienes.

Hoy por hoy me siento absolutamente seguro de ese libro, creo que puedo defenderlo perfectamente y creo que ha ido encontrando sus lectores más allá de esas críticas.

Tu último libro surge en temporada Covid, ¿cómo se encendió la bombilla? ¿Surgió en el mismo confinamiento con una hoja en blanco o ya tenías un previo borrador?

Hay algunos textos que están en el libro, uno o dos, que yo tenía prefigurados como relatos, pero que no tenían ningún destino de momento. Lo que ocurre con la llegada de la pandemia es que a mí me enfrenta con un momento de vulnerabilidad muy fuerte y eso en mí abre un dique expresivo. Me hace intentar pensar en esa vulnerabilidad, en por qué me resisto a asumirla, en por qué intento combatirla todo el tiempo.

Entonces se abre un dique expresivo ahí y empiezo a necesitar contar estas cosas. Mi último libro surge de ahí, de la pandemia y de esa sensación de vulnerabilidad que ha sido compartida por millones de personas en todo el mundo.

¿’Solo Quedamos Nosotros’ puede ser la mejor manera de conocerte?

Yo creo que sí. Es un libro muy descarnado, muy abierto y que recorre además gran parte de mi biografía. Entonces yo creo que sí, soy completamente yo. Conozcas o no al autor el lector puede disfrutar del personaje.

¿Cómo le ha venido al mundo editorial la pandemia? ¿La gente ha leído más?

Yo creo que al principio de la pandemia había muchísima preocupación en el mundo editorial por cómo iba a afectar esto. Se hablaba de pérdidas millonarias y había mucho temor justificado. Evidentemente estamos ante una incertidumbre y, sin embargo, ha sido completamente lo contrario. Ha habido un boom de las librerías. Las editoriales siguen trabajando a tope, las grandes, las pequeñas y las independientes.

Al estar recluidos, los pedidos en las librerías subieron un montón y, sí, se mantuvo ese movimiento económico y la gente leyó bastante porque había que aprovechar el tiempo. Además, creo que después del confinamiento ha seguido este impulso.

La Feria del Libro 2021…

A pesar de los temas logísticos, la feria ha sido un éxito de gente otra vez. También es cierto que la feria es una tradición muy arraigada en Madrid. Hay gente que normalmente no compra libros, pero en la feria sí que compra, entonces eso es muy importante para la ciudad.

Como lector, ¿cuáles son tus escritores de referencia?

Tengo varios poetas de referencia, por ejemplo, César Vallejo. Creo que para cualquier escritor peruano, la influencia de Vallejo, no solo de poesía, es importante. Otros grandes poetas peruanos que me influyeron mucho son Antonio Cisneros, Luis Hernández, Rodolfo Hinostroza, Enrique Verástegui… La generación de escritores de Perú del 60 y 70 fueron decisivos para mi formación.

Luego, soy un gran lector de literatura norteamericana. Siempre me ha fascinado la literatura norteamericana y particularmente un escritor que se llama William Faulkner. Faulkner tiene una particularidad que es que creó un territorio mítico donde ocurren todas sus novelas. Ese territorio recibe el nombre de Yoknapatawpha, un nombre en idioma nativo americano. Esa idea de poder crear con espacios ,como también hace Juan Rulfo en Pedro Páramo con Comala o Juan Carlos Onetti con Santa María, es algo que me ha acompañado siempre.

¿Qué libros han sido los que más te han decepcionado o, qué libros has tenido que dejar porque no te estaban llenando?

Si te dijera todos los libros que he dejado a medias llenaríamos una estantería. Con el paso del tiempo me he vuelto un lector cada vez más impaciente, entonces me cuesta mucho encontrar algo que realmente termine. Por ejemplo, una decepción literaria, es el último libro de Vargas Llosa. En cuanto a creación literaria, no es lo que me esperaba.

Por otro lado, hay una saga, que si recuerdo bien, consta de seis libros, publicada en 2008, en la que el primero me fascinó. Pero luego intenté seguir la saga y no hubo forma, lo intenté, me leí uno más y ya está.

¿Qué ha aportado Madrid a tu literatura, cómo cambia Madrid tu forma de escribir o tu forma de interpretar el papel para contar una historia?

Imagínate para un escritor latinoamericano de mi generación, venir a Madrid, salir por Malasaña, etc. Era una cosa de locos.

En mi país y en general en Latinoamérica, no se estudia demasiado la tradición madrileña, ni siquiera la española. Entonces, hay autores que son de aquí o han pasado por aquí, o que han escrito sobre todo en Madrid, que son importantísimos y que he leído a posteriori, desde Galdós a Ramón Gómez de la Serna y tantos otros.

Pero te diría que a mí los autores que realmente me marcaron cuando era joven eran Mañas, Loriga… Aparte ellos tenían esta cosa muy seductora para los chicos de entonces: ese malditismo del rollo, ese punto macarrilla que era muy distinto al nuestro. En este sentido, Madrid es una gran inspiración.

¿Entonces sí que dirías que Madrid, a través de sus autores, cambia tu forma de escribir, tu forma de trabajar?

No sé si la cambia, pero sin duda donde vives, el contexto de la ciudad, modela tus experiencias y tus experiencias al final son lo que escribes. Sobre todo un libro como el último, que cuenta con experiencias muy personales. Te diría que Madrid todavía no ha calado del todo en mi trabajo, pero sí tendrá gran importancia de cara al futuro.

‘Solo Quedamos Nosotros’ es un libro que mira un poco al pasado y creo que en los próximos trabajos me centraré más en el presente y, sin duda, Madrid será importantísima.

Por último, a los que no te conocen, ¿cómo les invitarías a sumergirte en tu última aventura?

Yo diría que es un viaje personal. El libro es un viaje personal de un tipo que, como te digo, se siente interpelado en sus cuestiones de masculinidad tóxica. Intenta buscar las raíces de eso y descubre, a través de recuerdos y memorias, episodios de soledad que le marcaron y que le han llevado a ser quien es. Y creo que, finalmente, es como la voz de un periodista que intenta encontrar su voz, su veta narrativa. De ahí que el libro se pueda leer como una especie de novela hecha de crónicas y cuentos.

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