1968 fue el año que vio nacer como artista a Alfredo Montaña, natural de Oviedo que marchó a Salamanca a cursar la licenciatura de Historia del Arte y que destacó en la Creatividad Publicitaria con numerosos premios, hasta que decidió dedicar su vida entera a su verdadera pasión: el arte plástico, pintar, dibujar, amar cada lienzo sobre el que plasmaba y plasma su genialidad desbordante.
Desde su primera exposición, Montaña ha seguido revolucionando el arte de la pintura con su fuerza e impactantes creaciones. En esta ocasión presenta sus últimos trabajos bajo el título ‘Hora punta’, una exposición que se inaugura el próximo jueves 4 de mayo a las 19:30h en Occo Art Gallery.
Una exposición única en la que sigue mostrando su absoluto dominio y control de geometría, con la que representa a hombres y mujeres a través de una plástica totalmente pasional, de una belleza cromática única que delimita espacios, geometrías, rostros y espaldas eternas con una carnalidad elegante y rotunda. Una visión característica que, a sus 77 años, le ha llevado a exponer a lo largo de ciudades y países tan dispares como Suiza, Nueva York, Berlín o Londres, así como a ser parte de las colecciones públicas y privadas más importantes a nivel internacional.
De la erótica de la intimidad a escenas colectivas
La erótica de la intimidad de una habitación o en escenas colectivas de grupos que beben, se miran, evaden sus miedos o interactúan en un bar o en el alborotado club de jazz donde el piano, el saxo y la trompeta son imprescindibles.
“Una obra que sigue manteniendo esa visión tan especial y arrebatadora que ha caracterizado siempre a Montaña y que representa bajo un mosaico de intensos colores y matices, a personales de ojos rasgados, pensativos, tristes o desafiantes dentro de unas formas geométricas que hablan a pesar de que sus bocas siempre se muestran cerradas”, según palabras de su gran amigo Arturo Pérez-Reverte.
‘Hora punta’ podrá disfrutarse hasta el 10 de junio en esta reconocida galería de la Calle Espalter 13 en Madrid. En ella destaca esa visión tan suya de las Geometrías Vivas, ensoñadas, participadas por la organicidad y con un resto de halo de movimiento muy presente en lo vivos que son sus juegos coreográficos; nada estáticos, dando la sensación de que sus personajes viven a tu lado en cada rostro.
En esta ocasión, la exposición incluye, como forma excepcional, su autorretrato, en el que muestra su gran fuerza y refleja su verdadera personalidad y su pasión, tras esas gafas se esconde unos ojos vivarachos y escudriñadores que analizan, como en su pintura, si merece la pena salir a compartir momentos y “soledades” emocionales o no en cada momento que compartes con él un buen vino y una de sus increíbles conversaciones, por las que me dejaría horas abandonada mientras aprendo de sus momentos y vida.
